Esta semana la edición de The Economist publicó una nota sobre la actual política inmigratoria de Néstor Kirchner, sobre los 350.000 inmigrantes que legalizó el gobierno de Kircher en 2006, ocho veces más que en
A los ciudadanos de Buenos Aires les encanta escuchar que la ciudad se parece a "Paris del Sur" pero la oficina de inmigración que está detrás de unas vías de tren, cerca del centro de la ciudad, se parece más a La Paz del Río de
La mayoría han aguantado viajes en autobús que duran varios días.
Un cartel dice: "En la Argentina de hoy, sólo los que quieren ser indocumentados lo serán".
A pesar de las quejas de muchos de la fila, el gobierno del Presidente Néstor Kirchner le da la bienvenida a los inmigrantes con los brazos abiertos.
La Constitución argentina, aún instruye al gobierno "a promover la inmigración europea", inmigración que finalizó medio siglo atrás. En la actualidad, jóvenes argentinos bien educados, emigran a Europa y a los Estados Unidos. Están siendo reemplazados por paraguayos y bolivianos de baja calificación.
En 2003, el gobierno de Kirchner aprobó una ley que levantó casi todas las restricciones a la inmigración proveniente de Sudamérica y garantizó el acceso público a la salud y a la educación a todos los inmigrantes, incluidos los ilegales.
El año pasado el gobierno lanzó un ambicioso plan para registrar a todos los inmigrantes indocumentados y otorgarles residencia formal. A pesar de los obstáculos que aún existen, se otorgaron en Argentina unas 350.000 visas de residencia en 2006, ocho veces más que en 2005.
Uno de los objetivos es animar a los inmigrantes, dos tercios de los cuales trabajan en la economía informal, a pagar impuestos a cambio de estar legalizados. Pero hay una motivación de índole idealista: el oficialismo cree que la libertad para ir y venir es fundamental para
Bolivianos y peruanos padecen cierta discriminación en Argentina. La mayoría de los inmigrantes trabaja en empleos de baja calificación como empleada doméstica o ayudante de cocina que pocos argentinos quisieran tener. La política gubernamental de mantener el peso bajo de manera artificial hace que los salarios en dólares sean bajos.
Esto podría cambiar. A pesar de que Kirchner está orgulloso de que el desempleo haya bajado del 20% al 10% desde que asumió como Presidente en 2003 muchos están aún sin trabajo y sin habilidades para un empleo.
Los salarios están creciendo rápidamente tanto en pesos como en dólares.
En los 90, cuando el peso estaba a la par del dólar, hubo un desborde de extranjeros impulsando al gobierno a que restrinja