Señalan que la mayoría busca mejorar los ingresos de su familia.
Son cada vez más jóvenes. Aunque la mayoría todavía pertenece al grupo de entre 15 y 17 años, en los últimos 10 años han aumentado de manera notable los de 12 a 14 y los de uno a 11 años, así como la presencia de las mujeres.
Son los menores migrantes, un grupo que en la última década empezó a cambiar el perfil tradicional del connacional que busca cruzar la frontera con Estados Unidos, de acuerdo con registros del Centro de Apoyo al Trabajador Migrante (CATM) tomados en cuatro diferentes etapas.
A partir de entrevistas con menores deportados por la garita Mexicali-Caléxico desde 1990 a la fecha, el CATM ha trazado un perfil general de este grupo, donde el primer dato relevante es que la mayoría son niños, según los estándares internacionales.
Los registros del CATM establecen que entre 1990-1996 el mayor porcentaje de menores migrantes está entre 15 a 17 años (92.4%), seguido del grupo de 12 a 14 (5.6%), con una parte muy pequeña, menor a 1%, de los niños de uno a 11 años.
La tendencia se mantuvo en los registros de los años 1997-1999 y 1999-2000, pero a partir de 2000 el grupo de 12 a 14 años aumentó a 6.3% y el de uno a 11 creció a 8.3%.
"Estamos hablando de menores que viajan sin sus padres o familiares, y que son entregados por la Patrulla Fronteriza al Consulado mexicano para su deportación", destaca el CATRM en el informe La esperanza truncada.
"Estos datos nos permiten afirmar que los menores que cruzan por esta zona fronteriza se encuentran en la etapa de la pubertad; es decir, continúan siendo niños de conformidad con las especificaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef)", precisa.
Otro dato que resalta el informe es la creciente presencia de mujeres en el grupo de menores migrantes, que pasó de 6.2% del total de menores deportados por este cruce a 23.3% en el 2000, aunque con un ligero descenso (16.3%) entre 2003 y 2004.
La mayoría de los menores, 66.1%, emigra para buscar ingresos para su familia; 19.6% lo hace para reunirse con sus padres, familiares o amigos; 6.9% para estudiar y 5.5% trata de cruzar en busca de aventuras, según las entrevistas recabadas por el centro.
En cuanto a las formas de cruce, la mayoría, 49.5%, recurrió a polleros, 18.4% cruzó solo, lo que multiplica los riesgos y el estado de indefensión, señala el informe.
Otro 17.51% cruzó en forma colectiva con la ayuda o apoyo de amigos o conocidos, busca forma de protección al momento de cruzar, integrando "equipos de migrantes", y 13.3% cruzó con mayor protección, al pasar junto a su familia.
El seguimiento del CATM detectó también que los menores migrantes tienen una escolaridad mayor que la media nacional, pues la mayoría de ellos (52%) tiene la primaria terminada y 25% de ellos ha concluido la secundaria o tiene el bachillerato incompleto.
El porcentaje de menores sin escolaridad es relativamente bajo: sólo 4.8%, que provenían del medio rural.
"Son porcentajes de escolaridad muy altos si se comparan con la media nacional, que es de 6.7 años", destaca la organización.
Las entidades de origen de estos niños son las comunidades tradicionalmente expulsoras de migrantes: Michoacán, 23.3%; Jalisco, 11.2%; Guanajuato, 9.8%; Distrito Federal, 6.2%; Oaxaca, 5.9%; Sinaloa, 5.3%; Baja California, 6.8% y Centroamérica, menos de 1%.
Aunque éstos representan el menor número de migrantes, destaca el CATM, son los más vulnerables a la violación de sus derechos humanos, pues generalmente se hacen pasar por mexicanos para evitar ser devueltos a sus países de origen.
"Son blanco de vejaciones, maltrato, abusos y asaltos y víctimas de discriminación por los propios mexicanos.
En ocasiones se les encuentra en las calles pidiendo comida, o bien en las inmediaciones de la estación del ferrocarril, esperando poder viajar en el tren carguero, lo cual también los expone a múltiples riesgos", señala.
Cuando son descubiertos por alguna autoridad, son detenidos y turnados a las oficinas de migración en México, "donde se les mantiene en celdas como si fueran delincuentes y permanecen varios días, hasta que se junta un número considerable de jóvenes centroamericanos que deberán ser deportados", enfatiza.
Tras exponer este perfil, el CATM destaca la necesidad de políticas nacionales que incentiven el empleo remunerado en los estados de mayor expulsión, así como la concurrencia de los diversos órganos públicos "que deben asumir su responsabilidad en las zonas de cruce y atracción de los migrantes menores y, sobre todo, están obligados a proteger sus derechos humanos".
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