Se trata de 23 trabajadoras y 3 trabajadores del Hotel Conrad, quienes al intentar organizarse sindicalmente están siendo acosadas por el equipo de supervisores del hotel con un hostigamiento sistemático que se expresa de diferentes maneras.
Primero, no resuelven las demandas originales de las trabajadoras para mejorar sus percepciones económicas y sus condiciones de trabajo de acuerdo con las leyes laborales de los Estados Unidos; es decir, carecen del gozo pleno de todas las prestaciones a las que como trabajadoras tienen derecho.
Segundo, aumentan la carga de trabajo diario y amenazan con reportar a las trabajadoras al Departamento de Inmigración para que sean deportadas a sus países de origen. En su mayor parte, son originarias de México.
La empresa ha asignado trabajadores adjuntos a cada una de las trabajadoras de planta para que sean entrenados por las compañeras, pero las trabajadoras, después de discutir colectivamente las medidas a tomar, han acordado no dar entrenamiento a los esquiroles para que no puedan desplazarlas. La medida ha funcionado hasta ahora, pero las compañeras en lucha demandan el apoyo de la comunidad para no permitir que se violen sus derechos como trabajadoras.
Las trabajadoras piden a la comunidad su solidaridad mediante el envío de cartas, faxes o correos electrónicos, dirigidos a la administración del hotel, demandando la solución de sus peticiones y la permanencia en sus puestos de trabajo.
En un mensaje a los medios y a la comunidad, las trabajadoras en lucha afirman: “han sido muchas las personas que han llamado al hotel y han sido muchos también los faxes que han llegado en apoyo a nosotras, lo cual agradecemos infinitamente.
La empresa no sabe qué hacer con el problema, han estado circulando en el hotel muchos rumores; la semana pasada, en asamblea de supervisores, “nos han dicho que van a llamar a la oficina de inmigración para que venga por nosotros; tenemos miedo, sin embargo, nos hemos mantenido en nuestros puestos de trabajo. Nos hemos negado a entrenar a las personas con las cuales nos quería sustituir la empresa. Ninguna de nosotros ha entrenado a nadie y la empresa ha notado nuestra decisión firme hasta el final.
Chicago: agresiones laborales, otra forma de violencia
Se trata de 23 trabajadoras y 3 trabajadores del Hotel Conrad, quienes al intentar organizarse sindicalmente están siendo acosadas por el equipo de supervisores del hotel con un hostigamiento sistemático que se expresa de diferentes maneras.
Primero, no resuelven las demandas originales de las trabajadoras para mejorar sus percepciones económicas y sus condiciones de trabajo de acuerdo con las leyes laborales de los Estados Unidos; es decir, carecen del gozo pleno de todas las prestaciones a las que como trabajadoras tienen derecho.
Segundo, aumentan la carga de trabajo diario y amenazan con reportar a las trabajadoras al Departamento de Inmigración para que sean deportadas a sus países de origen. En su mayor parte, son originarias de México.
La empresa ha asignado trabajadores adjuntos a cada una de las trabajadoras de planta para que sean entrenados por las compañeras, pero las trabajadoras, después de discutir colectivamente las medidas a tomar, han acordado no dar entrenamiento a los esquiroles para que no puedan desplazarlas. La medida ha funcionado hasta ahora, pero las compañeras en lucha demandan el apoyo de la comunidad para no permitir que se violen sus derechos como trabajadoras.
Las trabajadoras piden a la comunidad su solidaridad mediante el envío de cartas, faxes o correos electrónicos, dirigidos a la administración del hotel, demandando la solución de sus peticiones y la permanencia en sus puestos de trabajo.
En un mensaje a los medios y a la comunidad, las trabajadoras en lucha afirman: “han sido muchas las personas que han llamado al hotel y han sido muchos también los faxes que han llegado en apoyo a nosotras, lo cual agradecemos infinitamente.
La empresa no sabe qué hacer con el problema, han estado circulando en el hotel muchos rumores; la semana pasada, en asamblea de supervisores, “nos han dicho que van a llamar a la oficina de inmigración para que venga por nosotros; tenemos miedo, sin embargo, nos hemos mantenido en nuestros puestos de trabajo. Nos hemos negado a entrenar a las personas con las cuales nos quería sustituir la empresa. Ninguna de nosotros ha entrenado a nadie y la empresa ha notado nuestra decisión firme hasta el final.