El 70 por ciento del empleo privado es generado por los emprendimientos pequeños, de baja productividad y con mayoría de trabajadores no registrados, percibiendo sueldos mucho menores que los que se desempeñan en las grandes empresas.
Mientras las regulaciones son diseñadas suponiendo que serán aplicadas en grandes empresas, la mayor parte de los empleos son generados por las pequeñas empresas. Esto pone de manifiesto una de las principales contradicciones de la política laboral en Argentina, según analiza el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).
A partir de evaluar cuál es el tipo de empresas que generan la mayor cantidad de puestos de trabajo y cuáles son las características de estos empleos, se llega a resultados frustrantes. Según datos de la EPH del INDEC para el segundo trimestre del 2005, referidos a trabajadores asalariados del sector privado, excluido el servicio doméstico, se concluye:
* Las empresas con menos de 40 trabajadores generan el 71 por ciento de los puestos de trabajos asalariados privados.
* Entre estas empresas, el 57 por ciento es empleo no registrado mientras que en las empresas medianas y grandes el empleo no registrado apenas llega al 14 por ciento.
* El salario promedio en estas empresas se ubica en los 710 pesos mensuales mientras que entre las empresas más grandes llega a los 1.420 pesos.
Los datos que aporta el INDEC sobre la composición del empleo son interpretados por IDESA como el resultado de los incentivos que genera las reglas de juego del mercado de trabajo.
El análisis indica que los pisos regulatorios para los salarios y demás condiciones de trabajo que fija la legislación laboral y los convenios colectivos de trabajo, los procedimientos de registración laboral complejos, las ambigüedades legales a través de las cuales se filtran oportunidades para la litigiosidad y el alto nivel de las cargas sociales dificultan, en general, la contratación, y en particular, tienen un impacto altamente discriminador contra la contratación de mano de obra de baja calificación.
GRANDES EMPRESAS CON POLíTICA CONSERVADORA
En este entorno regulatorio, las empresas grandes son estimuladas a seguir una política de recursos humanos muy conservadora, basada en manejarse con grupos relativamente reducidos y estables de trabajadores de alta calificación.
“Es sintomático que entre los trabajadores de las empresas grandes, menos de un tercio no alcanzó la educación media”, subrayó IDESA. Así, el costo laboral que implica respetar los básicos de convenio más las cargas sociales es tolerable gracias a la mayor productividad. Los costos administrativos que implica lidiar con la complejidad de la registración laboral se diluyen gracias a la gran escala. Los riesgos de un juicio por despido o enfermedad profesional se minimizan por la baja rotación laboral. Las tasas de rotación laboral entre las empresas más grandes es menos de la mitad que en las pequeñas empresas.
Sin embargo, para desarrollar las tareas que demandan la contratación de mano de obra menos calificada o que exigen mayor inestabilidad laboral, las grandes empresas apelan a la tercerización de los servicios, frecuentemente en pequeñas empresas.
Como ocurre en otras parte del mundo, esto responde a la lógica de la especialización en la producción, pero en la mayoría de los casos el objetivo también es “tercerizar” el problema que implica la gestión de mano de obra menos calificada y más inestable. Es decir, se trata de transferir a un tercero las dificultades que imponen las normas laborales cuando la productividad de los trabajadores es muy baja.
ENCONTRAR NUEVOS MECANISMOS
Sobre este panorama, IDESA considera que mantener y profundizar un marco regulatorio poco amigable para la generación de empleos, como viene ocurriendo desde larga data en la Argentina, implica apostar a que las soluciones para los problemas laborales van a surgir de las empresas grandes y medianas. Y en este sentido no es optimista. “Sólo para absorber a los trabajadores actualmente insertados en pequeñas empresas, las más grandes deberían triplicar los puestos de trabajo que generan. Un proceso utópico máxime cuando los incentivos son muy claros en favor de la adopción de políticas de contratación muy conservadoras”.
Por ello, concluye en que el desafío es encontrar los mecanismos para que la legislación laboral induzca a las empresas más grandes a no seguir aplicando políticas de contratación tan conservadoras y que las empresas más pequeñas se favorezcan por migrar hacia la formalidad.