Hay dos grandes decisiones en la vida de un hombre, dos polos alrededor de los cuales gira el primer cuarto de su vida típica: con quién casarse y qué ocupación seguir.
Esta última es una pregunta que enfrentamos tan pronto como tengamos la edad suficiente para hablar. “¿Qué quieres ser cuando seas grande?” Es una consulta que nos hacen los padres, maestros y amigos. En nuestra adolescencia nos contentamos con mantener nuestros planes vagos y nebulosos. Pero en la universidad la presión aumenta, queremos elegir una carrera relacionada con nuestra futura carrera. Pero aún no podemos saber a qué carrera aspiramos. Así que cambiamos mejores una vez, dos veces y tal vez más.
Y luego nos graduamos. La sociedad dice que ahora hemos ingresado al mundo del trabajo y deberíamos sumergirnos en una determinada profesión. Pero incluso entonces, muchos de nosotros no estamos seguros de qué profesión se supone que es.
Normalmente tenemos una mejor idea de lo que no queremos en un trabajo que lo que hacemos. No algo mundano, algo así como lo que hicieron nuestros padres: largas horas atrapadas en un cubículo con la sensación de ser un engranaje de una máquina corporativa. Después de todo, un tercio de nuestras vidas se gastará trabajando; probablemente pasemos más tiempo en el trabajo que con nuestro cónyuge e hijos. No es de extrañar que nos angustiemos por “qué ser cuando crezcamos”… incluso cuando ya crecimos.
Queremos un trabajo que realmente no parezca un trabajo. Algo que usa nuestros talentos y nos trae una gran satisfacción.
Lo que realmente queremos no es un trabajo en absoluto; queremos una vocación, un llamado.
Vocación/ Llamado. Una vocación es un trabajo que parece que está en nuestro destino. Que casi sientes que lo harías incluso si no te pagan. Los que viven su vocación sienten que su trabajo tiene un efecto sobre el bien mayor y un impacto más allá de ellos mismos. Creen que su trabajo realmente sirve para utilizar sus dones y talentos únicos. Esto es lo que debían hacer.
Pasión. Es un sentimiento muy poderoso que guía las acciones de manera contundente; relacionada con la actividad laboral, se destaca el disfrute y el impulso pasional para hacer las cosas de manera antagónica con el conformismo. Las recompensas salariales y el prestigio son periféricas a la hora de utilizar la pasión de una manera satisfactoria.
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