¿Qué hay detrás de la frase “el que sabe, sabe y el que no, es jefe”? A todos, tarde o temprano, les llega la hora de trabajar bajo la órbita de poder de otra persona, que por reunir determinadas condiciones, ocupa un cargo “ejecutivo”. En rigor de verdad, en el mercado laboral, a la gran mayoría le toca el papel de subordinado mientras que son muchos menos quienes deciden o “mandan”.
Y aunque el refrán popular que les endilga poca capacidad de acción y muchas ínfulas de poder suele estar teñido de valoraciones personales, no deja de ser cierto que en
La psicóloga laboral Laura Del Grande, especializada en recursos humanos, sostiene que la diferencia entre uno y otro no es menor: “El jefe responde a un esquema de conducción antiguo que se maneja básicamente con autoritarismo, impidiendo la participación activa de los empleados, mientras que el líder entiende que se trata de enseñar, conducir y estimular el trabajo. Con todo, la tendencia se está revirtiendo lentamente en los últimos años”, explica.
Para la profesional, el liderazgo es casi innato, y si bien no es posible determinar de manera absoluta cuáles son las tipologías del liderazgo (o los distintos tipos de jefes), ya que todos tienen una mezcla de características, hay ciertos rasgos predominantes en cada uno que, si son observados, pueden ayudar a sobrellevar mejor el día en la oficina y, de paso, mejorar el rendimiento individual.
Mi jefe es un tirano
El coercitivo es, quizás, el tipo de liderazgo más extendido en nuestro mercado laboral, y es el modelo “clásico”. Al jefe “se lo reconoce fácilmente porque pertenece a una estructura muy verticalista en la que él mismo concentra todas las decisiones –explica Del Grande– y su mayor desventaja es que no permite que afloren nuevas ideas desde su equipo de gente, aún cuando tengan valor, él se va a encargar de anularlas o cambiarlas para poder presentarlas como propias, lo cual por supuesto afecta el clima de trabajo”.
Son ultra exigentes y suelen encontrarse en empresas familiares o que han nacido a partir de un momento de crisis o de bonanza económica, de acuerdo a la situación del país. En caso de trabajar para uno, el mejor camino es proporcionarle resultados y evitar los enfrentamientos, pero sin caer en la sumisión, ya que no toleran la debilidad.
Con mi jefe, todo bien
El liderazgo liberal, el del laissez faire, es el que se ocupa más de generar vínculos de confianza personales que de concretar proyectos con su equipo de trabajo. “Se desorganiza la tarea porque cada uno hace lo que quiere y la permisividad excesiva no permite que cada cual cumpla con su papel en la organización”, afirma Del Grande.
El lema de este tipo de jefes es “la persona es lo primero” y el problema es que se trata de personas respetadas y hasta apreciadas por los miembros del equipo, pero que precisan rodearse de gente muy capaz para cumplir con sus objetivos. Quizás su ámbito más habitual sean las agencias de publicidad, algo comprensible si se tiene en cuenta que el trabajo creativo precisa de límites flexibles.
De cruzarse con uno, es conveniente demostrarle aplicación en el trabajo en la misma medida que aprecio personal, pero no abusar de su liberalidad, porque cuando se ven sobrepasados toman decisiones drásticas.
Mi jefe es un maestro
El líder ideal, el participativo, es el que propone un ida y vuelta permanente. “Se trabaja como el líder enseña, pero el empleado propone y construye, porque las decisiones son compartidas. Es el tipo de jefe que proporciona un excelente clima de trabajo y puede generar un equipo de personas motivadas”, asegura la especialista, aunque reconoce que en la realidad se da en muy pocas empresas, en gran medida porque los empresarios suelen pensar que se pierde tiempo y recursos en la tarea de consensuar las decisiones.
Estos líderes son expertos en sincronizar los objetivos de empresa y trabajadores y, en nuestro país, suelen ser seleccionados por algunas firmas multinacionales. De contar con un profesional así de preparado, conviene aprovechar la oportunidad de crecer laboralmente, ya que por lo general son personas generosas en cuanto a brindar lo que saben.
Y no es todo
Hay que tener presente que nunca se estará en presencia de un tipo de liderazgo puro, sino que los jefes tendrán un rasgo predominante que coincide con alguno de los tipos descriptos, en combinación con otros.
Además, entre estos tres tipos de líderes (o jefes) hay matices: los burócratas, esos que dan más importancia a seguir las reglas que a encontrar soluciones; los trepadores, que no vacilan en manipular a los demás para anotarse logros; los inseguros, que buscan sólo ser complacidos, y los “duros”, capaces de cualquier cosa con tal de no demostrar debilidades.
¿Cuál es el tuyo?.