Quién no ha escuchado a un compañero de trabajo decir: yo hago y hablo lo necesario en la oficina, el resto que lo hagan los demás. El caso es que aunque aparentemente se cumple con las estrictas y más elementales normas laborales, el personaje con dicha filosofía no es más que un sujeto pasivo que corre el riesgo de terminar aislado.
Según los profesionales de los recursos humanos y sociología, no opinar ni implicarse en las metas de la empresa al final terminará por pasar factura a las personas que adoptan esa actitud. Hay más características: indiferencia, incapacidad para realizar propuestas y rechazo a dar opiniones sobre cualquier aspecto del empleo, entre muchas más. En resumen: La pasividad en el trabajo conduce al aislamiento.
Los expertos en detectar este tipo de trabajadores afirman que en cada empresa “los hay a montones” y en cualquier tipo de profesión. Subrayan que la posición de esas personas es a menudo defensiva, aunque para su pesar casi siempre se equivocan.
“Es arriesgado para el futuro laboral no mostrarse implicado en las metas de la compañía para la que se trabaja”, asegura Juan Moyo, director de Norman Broadbent, una firma especializada en el desarrollo de directivos.
“En general los directivos apreciamos más a los empleados que contribuyen a lograr nuestros objetivos. Por el contrario, una persona que se refugie en una actitud pasiva corre todos los riesgos a tener una mala valoración”, explica.
El miedo de estas personas a equivocarse puede ser paralizador y una característica psicológica que impida el desarrollo profesional. “Las personas que son así deberían autoanalizarse”, recomienda.
Por el contrario, otras personas que aceptan mejor las equivocaciones aprender de ellas. “Y si fracasan en un determinado proyecto no lo consideran como un problema personal e insalvable. Ni siquiera como un obstáculo. Es un tropiezo del que sacan enseñanzas”.
En general, resume el experto, se puede decir que las personas apáticas en el mundo laboral se equivocan en su forma de actuar.
“Su actitud no les lleva muy lejos ni a medio ni a largo plazo. Tal vez únicamente, y en el mejor de los casos, a mantener su puesto de trabajo aunque te ignoren en él”. El director de Right Management, Ángel Secades, considera que otro riesgo que conlleva a la pasividad es quedarse en una mala posición durante los cambios que, cada vez con más frecuencia, viven las compañías.
“Frena el crecimiento personal, al tiempo que esa actitud dificulta para trabajar en equipo y para cohesionarse, en un momento en el que los equipos virtuales son cada vez más usuales. Lógicamente si el trabajador elige no ser visible no se le tomará en cuenta”.
Es más, añade, esa posición un mayor desgaste del que esa persona puede prever inicialmente, además de afectar el desarrollo profesional.
La culpa del jefe
Pero en ocasiones la desmotivación que conduce a la pasividad laboral tiene un trasfondo, en muchos casos el problema surge desde los propios jefes que provocan esa actitud, es decir, tratan de rodearse de personas que no les cuestionen, que sean “aparentemente” manejables.
En algunos casos la apatía en el trabajo no es más que una acomodación al entorno. “Las personas tendemos a analizar el ambiente en el que nos movemos y a hacernos de él. El trabajador proyecta conductas adaptativas al contexto”, señala Juan Moyo.
Pero hay ocasiones en que las culturales empresariales o de determinados departamentos son muy poderosas. “Es en estos casos cuando se da el principio de ‘o te adaptas o te vas’. Esto último no siempre es posible y casi todo el mundo tiende a valorar su puesto de trabajo, por lo que elige la otra opción”.
Menciona otra circunstancia que puede empujar a un empleado a inhibirse. “Cuando los jefes son inseguros, egocéntricos y temen que les cuestionen su autoridad, promueven la pasividad”.
Trabajo en equipo
No obstante, a decir del experto de Norman Broadbent la tendencia más generalizada es a valorar el talento. “Y es que saben que una buena empresa es la que cuenta con los mejores recursos humanos posibles. Especialmente en sectores tan importantes como los tecnológicos, en servicios y en empresas de comunicación, donde el factor humano es fundamental”.
Para José Luis Calvo, socio del Instituto del Liderazgo, quien opta por “ir tirando y no enfrentarse al mínimo reto” será puesta en evidencia tarde que temprano, incluso porque hay empresas que cuentan con sistemas que alertan sobre esta actitud. “Con la retroalimentación como forma de organización del trabajo, el entorno te pone en evidencia cuando se elige la pasividad como actitud preponderante”.
En todo caso, lo mejor es trabajar en equipo, como escribió Jack Welch, director de General Electric, en su libro Ganar ” El empresario asegura que una persona de gran inteligencia puede tener éxito en solitario en las metas individuales que se proponga, pero que si sus objetivo están relacionados con el mundo de la empresa sólo podrá ganar si sabe compartir tareas e implicar a otros.