NUEVA YORK. Los 27.000 trabajadores del constructor aeronáutico Boeing afiliados en el sindicato Asociación Internacional de Maquinistas y trabajadores del Aeroespacio (IAM), que se encuentran en huelga en protesta por el nuevo convenio trienal, siguen sin lograr un acuerdo con la Compañía con paros que podrían costarle a la empresa miles de millones de dólares y graves retrasos en su proyecto estrella, la aeronave 787.
El fabricante se ha comprometido a dar apoyo a sus clientes a pesar de los paros y asegura que seguirá entregando los aviones previstos antes de comenzar la huelga y que proseguirá el suministro de piezas de repuesto.
Los trabajadores votaron a favor de la huelga durante la jornada del pasado miércoles, pero acordaron posponer los paros durante 48 horas más debido a la intervención de mediadores federales y con el objeto de alcanzar un acuerdo a última hora, ya que la huelga podría costar 100 millones de dólares (70 millones de euros) diarios a la compañía, según informa la prensa norteamericana.
Además, los paros provocarán retrasos adicionales en el proyecto de las nuevas aeronaves Boeing 787, que de por sí acumula dos años de retraso. El fabricante tiene en cartera cerca de 900 pedidos del nuevo avión estrella de Boeing para renovar la flota con los nuevos aviones del fabricante, equipados con tecnologías pioneras. Para poder dar servicio, Boeing ha planteado recurrir a otros proveedores y externalizar parte de la producción.
La última propuesta de Boeing incluía una subida salarial del 11% durante la duración del contrato, un aumento del fondo de pensiones del 14% mensual (unos 80 dólares) por cada año de servicio en la empresa.
El sindicato, sin embargo, reclama un incremento salarial del 13% y una mayor cuantía de las pensiones. Además, de acuerdo con una persona familiarizada con la situación, los negociadores sindicales, encabezados por Tom Buffenbarger, no pudieron persuadir a Boeing a ceder terreno en asuntos relativos a la seguridad laboral y subcontratación, entre otros asuntos.
LA EXTERNALIZACIÓN, CLAVE EN EL CONFLICTO.
Según la prensa norteamericana, en el corazón del conflicto esta la pretendida externalización por parte de Boeing de funciones clave del programa 787.
Boeing señala que necesita flexibilidad en la fabricación para evitar problemas como los que ya se han producido en la industria aérea, mientras que los sindicatos mantienen un pulso con la empresa con la intención de conservar el mayor número de puestos de trabajo.
Desde el fabricante estadounidense plantean las ventajas empresariales de contar con proveedores en Japón e Italia para construir partes del avión y encargar a Boeing el ensamblaje final.
Sin embargo, los planes de Boeing no salieron como esperaban, los proveedores no cumplieron los acuerdos y la compañía tuvo que recurrir a sus trabajadores y a los sindicatos para entregar los nuevos aviones, lo que provocó el consiguiente enfado de los empleados, que contestaron a la empresa que si la propia Boeing se hubiera hecho cargo del proceso de fabricación el proyecto no tendría retrasos.
En los últimos años, Boeing ha intentado alcanzar más libertad para externalizar el trabajo. Una de las disposiciones más polémicas fue la incluida en el convenio de 2002, que permite a constructores externos entregar partes de las aeronaves de manera directa a la linea de ensamblaje.
Esta disposición tuvo la oposición de los sindicatos, que en ese momento no lograron apoyo suficiente para enfrentar las huelgas. Si embargo, numerosos trabajadores se aferran a este contrato como uno de los principales motivos de la misma.
"Queremos que la empresa trabaje con éxito, pero parece que cada vez que damos un salto adelante en materia de eficiencia Boeing encuentra la manera de desviar puestos de trabajo a contratistas externos", explicó al diario estadounidense ‘The Wall Street Journal’ uno de los trabajadores que ha secundado los paros y que lleva 43 años como empleado en las líneas de ensamblaje de la compañía.
De hecho, los trabajadores temen que Boeing dé un paso más allá y permita que los contratistas externos monten directamente sus componentes en los aeronaves, aunque la compañía ha desmentido este respecto.
Sin embargo, los sindicatos exigen una garantía por escrito de que no permitirá externalización del trabajo a esta escala, un requerimiento que la empresa se niega a cumplir.