Propuesta de Código de Ética del Voluntario de la Universidad Nacional del Litoral (UNL)

Fundamentos:

Creado por resolución CS nº 76 2004 el Régimen de Voluntariado Universitario de la UNL, expresa en su artículo 3º: “Encomendar a la Secretaria de Extensión la redacción de una propuesta de Código de Ética para su elevación al Cuerpo.”
 La citada resolución enuncia en sus considerandos que el voluntariado “… busca crear una conciencia activa de los problemas de la sociedad, aumentar las posibilidades de producir cambios generando un marco colectivo de acción y establecer los canales para que los miembros de la comunidad universitaria interactúen con distintas organizaciones de la sociedad civil”… Asimismo, que “… el Voluntariado Universitario se basa en la promoción de los valores de Solidaridad, Compromiso y Responsabilidad intentando lograr bases para el desarrollo progresivo de una cultura solidaria sostenible y especialmente, una educación integral de los futuros profesionales, en la convicción de que el buen profesional no es aquel que solo domina su campo de conocimiento, sino precisamente aquel que además tiene una actitud solidaria ante lo social, una mirada ética que reconozca otras realidades que afectan a grandes franjas de la población.”
De este modo, el Voluntariado es considerado como acción social, y ha de sumarse a la búsqueda de cambios sociales amplios y de condiciones de vida justas para quienes más padecen un tipo de sociedad excluyente y despersonalizadora. Es una forma más, entre otras, de vivir y practicar la solidaridad, la responsabilidad social y el compromiso ético que debe proyectarse como vehículo de transformación social y de incidencia real en las políticas sociales que el Estado debe llevar adelante como rol indelegable.
La acción voluntaria no radica tanto en la acción individual cargada de generosidad sino en la acción colectiva de un grupo de personas que trabaja en la dirección de desarrollar redes de solidaridad efectivas que dinamicen el tejido social…” El mundo del voluntariado, es hoy citado continuamente desde los poderes públicos y es seducido cotidianamente por las fuerzas del Mercado. El mundo del voluntariado ha de encontrarse y dialogar tanto con las Administraciones Públicas como con aquellas parcelas del Mercado que en verdad quieran ser solidarias dentro y fuera de sus propias empresas. Pero el diálogo y la negociación no debe culminar en la sumisión y en la pérdida de credibilidad.
Existe hoy en ámbito del voluntariado, un  debate en torno a la progresiva “domesticación” del voluntariado, desde las leyes y la publicidad del mismo que se ofrece desde los medios de comunicación, en el sentido de utilizarlo como paliativo frente a la ausencia del Estado en las políticas sociales. Se discute acerca de la práctica de una militancia comprometida frente a un voluntariado tapagujeros del sistema. Ahora bien, hace tiempo que se replantea cierta forma de entender la militancia: aquella que se basa en la entrega absoluta, la disponibilidad sin límite, la renuncia y casi el heroísmo. Hay que estar atentos a la nueva sensibilidad solidaria que no niega la realización personal ni renuncia a los espacios de descanso en medio de la autopista del vertiginoso trabajo cotidiano. Tan peligroso es caer en un voluntariado “ligth” que adormece conciencias como desear regresar a una elitista militancia de escogidos. La acción voluntaria se alimenta tanto de las distancias largas que esbozan la utopía necesaria como de las distancias cortas que se expresan en la proximidad y el valor de lo concreto, por pequeño que sea. El voluntario es un militante social.
Por otro lado, el voluntariado no centra exclusivamente su mirada en la tarea que se debe realizar sino también en la persona voluntaria. Estas dos cuestiones acrecientan la necesidad de que las organizaciones sociovoluntarias,  pequeñas y grandes, aborden la realidad del voluntariado desde la creación de itinerarios educativos donde la acogida, la formación, la experiencia en la acción, el acompañamiento personal y/o grupal y la propia organización del voluntariado tiene su clave de comprensión en el crecimiento de los voluntarios, en la posibilidad de que sus actitudes, acciones y compromisos crezcan y se desarrollen con el tiempo.
 Para unos el voluntariado es la mano de los técnicos contratados, los ayudantes de los que “oficialmente” saben. Para otros, del voluntariado han de surgir todas las decisiones en las organizaciones de voluntariado. En ambos casos se legitima una ideología perversa. El voluntariado ha de resituarse en la acción que comparte en el seno del mismo equipo de trabajo con otras personas contratadas y con las que realiza una misma acción diversificada en actividades, momentos, especifidades diferenciadas y al mismo tiempo, complementarias.
A su vez, los voluntariados no funcionan solos, sino que deben crearse itinerarios educativos que les permitan transitar por procesos formativos que nazcan de la acción y reviertan a ella enriquecida. En estos procesos se deberán vincular los momentos tradicionales de formación inicial o formación específica, con oros elementos de carácter informal. (Aranguren Gonzalo “Los retos del voluntariado” Responsable del PV de Cáritas España).
Por último, el Voluntariado social, debe ser relacionado con el ejercicio pleno de la ciudadanía, reconociendo distintas formas de participación ciudadana.
Un componente imprescindible para la participación lo constituye el grado de organización de la comunidad y los canales alternativos de inserción de los ciudadanos en los distintos procesos decisorios en la articulación Estado-sociedad. Desde el voluntariado, el concepto de participación supone la implicación personal tanto en la detección de los problemas de la comunidad, como en la aporte de soluciones a los mismos.” (Saab, Omar. Anteproyecto de Ordenanza para un Régimen Municipal del Voluntariado social de la ciudad de Rosario. Diciembre 1999) Sin embargo, decir que el voluntariado se relaciona con el ejercicio de la ciudadanía no significa que sean la misma cosa. En este sentido, creemos que la participación de un creciente número de personas en instituciones del Tercer Sector, que son las llamadas a trabajar en conjunto con los voluntarios universitarios, constituye una participación “ciudadanamente incompleta”. Esto se manifiesta en un corrimiento desde el campo de la construcción de un estado de justicia social (lo mediato, lo ideal) hacia el campo de la solidaridad (lo concreto, lo inmediato), que no puede ser tomada como un abandono del interés por lo político, pero que no sólo produce una vacancia en el rol de los partidos políticos, sino en la construcción de una institucionalidad fuerte y representativa del Estado.
Frases como la habitualmente escuchada: “Yo no me meto en política, contribuyo como Voluntario” dan cuenta de ese corrimiento. Un corrimiento preocupante, pues va privatizando lo social, va traduciendo “reclamo” en “pedido”. Y reclamar no es pedir. Pedir es demandar que a uno le den lo que no es suyo y no tiene. Reclamar es solicitar que se restituya lo que siendo de uno, ha sido delegado  y  ahora no se tiene.
Si el Estado no es más, ni menos, que la construcción conceptual y fáctica por la cual el auténtico dueño de la soberanía – el soberano- la delega momentáneamente en un tercero para una mejor organización de lo común  – y por ende de lo privado -. Ante un Estado que no  garantice al soberano  lo mínimo para un digno vivir, este le puede reclamar.
Cada vez más programas sociales se basan en el aporte -no sólo económico, sino también técnico, organizativo y simbólico-  de las  empresas o las O.N.Gs., así, la sustitución de un verbo por otros (reclamar ayuda por: pedir ayuda, solicitar ayuda, seducir para que se me elija entre los beneficiarios de los que dan ayuda, proponer se me considere en condición de recibir  ayuda…etc. ) se torna un deporte peligroso.
Sin embargo, esto no invalida la presencia del Tercer Sector en las cuestiones sociales más delicadas, ni invalida la cultura de Voluntariado que les da  sustancia.
 El gran desafío para un Voluntariado – presente y futuro- pasa por la sustitución de su eje tradicional de articulación – el Hacer Voluntario – por un eje más ligado al capacitar para  el ejercicio pleno de la ciudadanía.
Una sociedad sin Sociedad Civil se vuelve frágil y falta de iniciativa y control, pero que una sociedad con “sólo” sociedad Civil, se vuelve políticamente inviable y cotidianamente invivible.
“Hagamos entonces caso a la lógica, tan exacta ella: No intercambiemos términos que no son intercambiables, pues Voluntariado y Ciudadanía no son sinónimos, sino conceptos que remiten a jerarquías establecidas -ésta sobre aquel- derivadas funciones diferentes -posible el Voluntariado, pero necesaria la ciudadanía” (Oscar Garcia  y Sandra Spampinato “Ciudadanizar el Voluntariado” Cátedra Abierta de Solidaridad. Universidad Nacional de San Martín).
Las mencionadas consideraciones, son el fruto de una concepción particular del Voluntariado,  y que integrada al marco de valores, deberes y obligaciones que instaura nuestro estatuto universitario, hacen posible la elaboración de un código ético para esta práctica específica. Un código ético del voluntario es mucho más que un mero elenco de deberes y obligaciones. Constituye un instrumento eficaz para expresar la identidad ética del voluntariado: ideales comunes que mueven la labor solidaria y valores asumidos por los voluntarios.
En cuanto a la forma del texto, debemos señalar que la numeración de los artículos no entraña ningún tipo de prioridad entre ellos. Por otro lado, se han utilizado sustantivos masculinos para referirse a los dos géneros, masculino y femenino, sin que ello constituya discriminación alguna por razón de género.
Cabe destacar que esta propuesta se basa en el Modelo de Código Ético del Voluntariado, surgido de las Jornadas de Voluntariado en Madrid del 24 de Abril de 1998. Fue suscripto por 30 ONG´s, y en el año 2001 “Año Internacional del Voluntariado”,declarado así por la Asamblea General de Naciones Unidas, ya había sido ratificado por más de 80 organizaciones. Ha sido tomado como modelo por el Régimen de Voluntariado de diversas Universidades, en Argentina  la Universidad Tecnológica Nacional. Está publicado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de España.
 

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