El término fatiga física se utiliza para definir una serie de situaciones cuyo resultado final supone una disminución de la capacidad de trabajo y de la resistencia del organismo. Resulta un término muy habitual y casi siempre está íntimamente relacionado con el término descanso, de manera que este concepto se entiende como reparador del primero.
Estos conceptos los utilizamos habitualmente y son perfectamente aplicables cuando hablamos de trabajo.
Entendemos por fatiga física la disminución de la capacidad física del individuo después de haber realizado un trabajo, durante un tiempo determinado.
Los factores que identifican la fatiga son:
Disminución de la capacidad de trabajo, lo que produce una disminución del rendimiento del trabajador.
Incremento de los errores como consecuencia de la realización de movimientos corporales más lentos una disminución de la capacidad de coordinación de los mismos y una mayor lentitud en los reflejos. Generalmente estos efectos se traducen en una disminución de la calidad del trabajo realizado.
Aparición de una sensaión de malestar en insatisfacción
Las situaciones descritas denen entenderse como sensaciones que advierten al organismo de la necesidad de descansar, actúan como una alarma y no hacer caso de ella provoca que el estado de fatiga se incremente generando una situación potencialmente peligrosa. Visto de esta manera la fatiga es un elemento de control frente a situaciones más comprometidas.
Como ya se comentó se distinguen dos tipos de fatiga:
Fatiga recuperable: es aquella que resulta completamente recuperable con los períodos de descanso
habituales.
Fatiga crónica: la sucesiva exposición a períodos de fatiga sin recuperación completa provoca una acumulación de fatiga, que hace que los efectos de ésta no aparezcan asociados al trabajo, sino que pueden aparecer incluso antes de realizarlo. Algunos de los síntomas son sensación de malestar generalmente de caracter emocional, comportamientos antisociales, tendencia a la depresión, falta de energía, pérdida de iniciativa, etc. Además de estos síntomas psíquicos suelen acompañrse de malestar general, dolores de cabeza, vértigo, alteraciones cardíacas y respiratorias, trastornos digestivos, insomnio, pérdida de apetito, etc.
La recuperación de este estado es más compleja y no es suficiente con períodos de descanso más prolongados.