En España se produjo un cambio en el ciclo migratorio durante el año 2010 debido principalmente a la crisis económica. Durante este año se redujo considerablemente la cifra de ciudadanos extracomunitarios y se calcula que las entradas se situaron según la Secretaría de Estado de Inmigración en prácticamente cero.
Desde el año 2000 la ONU sostenía la necesidad de incrementar la población en la UE con el objetivo de mantener la población económicamente activa. Se calculaba que si estos países quieren mantener el porcentaje de población entre 15 y 65 años, tendrían que admitir alrededor de 79,6 millones de inmigrantes hasta el 2050.
Según el informe de Caixa Catalunya el trabajo de los inmigrantes en España constituye el 3,2 puntos del crecimiento económico. Significa que sin su trabajo se produciría una disminución de la renta per cápita en un 0,64%. O sea que este trabajo hace posible un crecimiento sostenido del 2,6% anual de la riqueza por habitante.
Ana Terrón, de la Secretaría de Inmigración afirmó que “la disminución de una oferta de empleo ha llevado aparejada una disminución de las entradas prácticamente a cero en lo que respecta a primeras entradas, con permisos iniciales”.
Desde acá se percibe la necesidad de definir un nuevo modelo de gestión de flujos inmigratorios, que no dependan tanto como en el pasado de la vinculación con la oferta de empleo.
En España son 2,3 millones los inmigrantes extracomunitarios, a quienes se les aplica las leyes de extranjería, estrechamente vinculadas al mercado laboral. Los marroquíes, con más de 700 mil residentes son la nacionalidad extracomunitaria más numerosa, mientras que los rumanos con 800 mil, son la mayor comunidad extranjera.
Son 1,7 millones los trabajadores extranjeros que están afiliados a la Seguridad Social, lo que significa un 36% del total de 4,7 millones de ciudadanos extranjeros que residen legalmente en el país.
Actualmente la crisis económica ha dejado 619 mil inmigrantes sin trabajo en el país, lo que suma el 15% del total de los desempleados.
Según el sociólogo Joaquín Arango, el escenario de la inmigración estuvo presidido por la crisis durante el 2010, sin embargo considera que la situación de desempleo fue peor durante el 2008 y el 2009.
España tiene una población de 46 millones de habitantes, en donde el 12% son extranjeros, que llegaron principalmente en los últimos 15 años. La Secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí afirmó que en el último año España recibió 10 mil personas por cauces legales, frente a 136 mil contratados en sus países de origen durante el 2008 y 178 mil durante el 2007. Se les suman unas 7 mil personas que llegaron ilegalmente, frente a 14 mil en el 2008 y un récord de 31.600 solo a las islas Canarias en el 2006.
En los últimos diez años se registró un aumento en la población española en más de 4 millones de personas, en donde el 80% son trabajadores inmigrantes. Según estudios realizados se calcula que hasta un 50% del empleo y el consumo creado en España desde el 2000 proviene de la población inmigrante, que en la actualidad constituye un sector dinámico dentro de la sociedad.
Josep Oliver, catedrático en Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona, considera que se frenó la entrada de nueva inmigración en edad potencialmente activa, que es la que se ubica entre los 16 y los 64 años. En el período 2000- 2007 se hablaba de más de medio millón anual de inmigrantes, en el 2008 bajó a 400 mil mientras que para el 2009 la cifra se ubicaba en 100 mil inmigrantes. Además debido a la menor cantidad de inmigrantes jóvenes sumada a la menor tasa de natalidad, sostuvo que va a ser necesaria próximamente una nueva oleada inmigratoria .
Se calcula que la principal caída ocupacional entre los inmigrantes se produjo entre octubre del 2008 y marzo del 2009, y que desde esta fecha no se ha destruido el empleo para este colectivo y la tasa de desempleo entre los inmigrantes se estabilizó.
Los empleados más afectados fueron los de la construcción, ya que fue un sector hiperdesarrollado en la última década.
Además este especialista afirmó que el problema ocupacional tuvo una repercusión menor entre los inmigrantes que en la población nativa. Dijo que “a pesar de ese mayor impacto final, el mucho mejor comportamiento del empleo inmigrante hasta finales de 2008 explica el que, acumulando los cambios ocupacionales del tercer trimestre del 2007 al tercero del 2010, el empleo inmigrante haya retrocedido sólo cerca de la mitad del nativo”. En este caso fue del -5,4% frente a una -10,5% del empleo entre los nativos.
Se desarrolló durante el año pasado una serie de programas de retorno voluntario para los inmigrantes que desearan volver a sus países de origen. Pero no tuvo el éxito esperado ya que la mayoría de ellos decidieron permanecer el el país.
España es el mercado laboral más pobre de Europa. Cerca del 20% de la población española es pobre, está compuesta por trabajadores desclasados, sin trabajo, sin subsidios, sobreviviendo con trabajos temporales.
Se puede analizar el fenómeno de la inmigración como producto de la demanda de mano de obra para activar determinados sectores de la economía, pero en estos diez años en que gran cantidad de inmigrantes llegaron al país se produjo una apropiación por parte del capital monopolista que aprovechó la ampliación del mercado laboral para crear un nuevo mercado en base a la temporalidad y la precariedad, que a principios de los 80 se empezó a visualizar que se basaba en la mano de obra en negro principalmente compuesta por jóvenes e inmigrantes.
En España se habla mucho de la necesidad de endurecer las leyes de inmigración y se amenaza con no regularizar más inmigrantes. En el país se necesita realizar una reforma laboral en donde todos los trabajadores estén amparados bajo sus derechos. En vez de justificar y desviar hacia el problema migratorio, los problemas que genera una legislación laboral que los usa para imponer peores condiciones de trabajo al conjunto de la sociedad.