François Hollande fue elegido recientemente como nuevo presidente de Francia. El socialista logró seducir al electorado con el anuncio de un paquete de 60 medidas progresistas que buscan estimular el crecimiento y la recuperación del país en dos direcciones: empleo y educación.
Una de las iniciativas propuestas es interesante y deberíamos seguirla de cerca: las empresas que contraten a un joven de menos de 30 años y mantengan a un trabajador mayor de 55 no pagarán los aportes sociales durante un lustro. El veterano dedicará entre un cuarto y un tercio de su tiempo a formar al joven. La medida apunta a luchar contra el desempleo en las dos franjas generacionales más críticas: los más jóvenes y los más experimentados.
Independientemente del resultado final de este proyecto, es positivo que desde el estado se fomenten políticas destinadas a resolver las diferencias generacionales vinculadas a brechas de edad y formas distintas de concebir el trabajo. En una misma empresa pueden convivir hasta tres generaciones diferentes, por lo cual son bienvenidas las medidas que tiendan a integrarlas y que ayuden a superar los prejuicios y reduccionismos que las separan. “Una vez que pasaste los 45, tené cuidado porque te reemplazan por alguien más joven”. “Los de la Generación Y no tienen compromiso”. Estas frases suelen escucharse y muchas veces son ciertas, aunque en otros casos no lo son. Unir las partes y sacar lo mejor de ellas es una buena alternativa. El ejemplo de Francia, en este sentido, puede servir como guía.
En este contexto, una nueva generación se sumará al mercado laboral. Los jóvenes de la denominada Generación Z (nacidos entre 1995 y el primer lustro de la década del 2000) comenzarán sus primeras experiencias profesionales el año próximo para irrumpir en las empresas con reglas y códigos propios. Al igual que la Generación Y, la “Z” no debe ser juzgada, sino comprendida. Las empresas deben esforzarse por atraer a una generación que parece reacia a la comunicación y a los vínculos personales. Las herramientas tecnológicas de colaboración e interacción serán recursos clave para impulsar el acercamiento a este grupo de jóvenes.
En paralelo, el crecimiento del Cloud Computing plantea esquemas de trabajo basados en la interacción virtual e internet. Esta tendencia se alinea, en parte, a los rasgos que distinguen a la Generación Z, cuya forma de trabajo es multifucional: son capaces de hacer varias tareas al mismo tiempo, como resultado de una fuerte estimulación visual y la propia dinámica de internet.
Por otro lado, algunos especialistas en el tema hablan de los “Niños Google”, es decir, aquellos que crecen de la mano del gigante de internet y que van incorporando sus usos y costumbres.
Millones de personas presenciaron la revolución de internet que hoy sigue modificando su forma de trabajar, pensar y vivir. Sin embargo, la denominada “sociedad del conocimiento” aun desconoce el verdadero potencial de internet como herramienta indispensable para la empresa del siglo XXI.
Como vemos, el recambio generacional es rápido y dinámico. La aplicación de políticas integradoras por parte del estado y las empresas es una buena forma de aprovechar la complementariedad de distintas ideas y fomentar la diversidad entre generaciones. Es un gran desafío en el que mucho queda por hacer.
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