Cuando Alex Godson aceptó su primera beca no remunerada en Bruselas tras graduarse en un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Manchester, pensaba que sólo tardaría unos meses en conseguir un puesto a tiempo completo.
Pero Godson fue saltando de una beca a otra durante tres años antes de lograr en mayo un trabajo adecuado en el Movimiento Europeo Internacional, un grupo con sede en Bruselas que hace presión por una Europa federal.
Es uno de los miles de jóvenes licenciados que se esfuerzan al máximo en el engranaje de Bruselas sin seguridad laboral, beneficios e incluso a veces sin un salario ante las narices de los líderes de la Unión Europea que la semana pasada se reunieron para declarar la guerra al desempleo juvenil.
“Cuando no te mueves de una beca no remunerada a otra, no estás camino a alguna parte”, dijo Godson, que tuvo que depender del dinero de sus padres. “Siempre hay un becario en la oficina y tu eres simplemente la persona que tiene ese puesto en ese momento”.
Los líderes de la UE se han comprometido a asegurar que a cada joven de la UE sin empleo se le ofrecerá un trabajo adecuado, formación o aprendizaje en el plazo de cuatro meses. El viernes anunciaron que destinarían 6.000 millones de euros durante los próximos dos años para ese fin.
Pero con sólo mirar a su alrededor, verán que hay multitud de jóvenes sin remunerar o mal remunerados en la sala de máquinas de Europa.
A menudo dependiendo de becas o donaciones que menguan cuando la economía cae, muchas organizaciones no gubernamentales y grupos de expertos en Bruselas se han vuelto cada vez más dependientes de las contrataciones a corto plazo.
Los graduados que tratan de hacerse un currículum son una buena opción: jóvenes, ambiciosos y dispuestos a trabajar muchas horas por poco sueldo.
La Comisión Europea ofrece unas 1.400 pasantías de cinco meses al año con un salario de 1.074 euros al mes que es lo máximo, según Sophia Kabir, representante de una organización de contactos Young Professionals in Foreign Policy.
La denominada “stage”, palabra francesa que significa experiencia laboral, es a menudo el primer peldaño en la escalera laboral de la UE. Aún así, el salario está muy por debajo del salario mínimo belga: 1.500 euros al mes. Muchas otras ofertas de trabajo ofrecen una remuneración de unos pocos cientos de euros o nada en absoluto.
Valentina Mat, con un master en política internacional de la Universidad de Londres, recibía sólo ocho euros al día para comida cuando trabajó en una organización de desarrollo internacional con sede en Bruselas durante un año.
“Incluso en las oficinas de algunos miembros del parlamento hay becarios empleados a los que pagan muy poco o nada”, dijo Franz Obermayr, un eurodiputado austriaco en una carta de queja al presidente de la Eurocámara, Martin Schulz.
Se supone que las becas aportan formación, pero la línea entre eso y el empleo real a menudo es difuso.
Cáritas Europa, una organización de la Iglesia católica que defiende la justicia social, anuncia unas becas de abogacía sin remunerar por tres meses para las que los candidatos deben tener una licenciatura o master en derecho o política, hablar con fluidez inglés y francés, “excelentes” habilidades con la informática y experiencia previa trabajando en las instituciones europeas o con ellas: unos requisitos que podría encajar para un empleado a tiempo completo.
Peter Verhaege, el responsable de migración del grupo, dijo a Reuters que aunque los recursos son escasos, dar experiencia a los jóvenes es “lo menos que podemos hacer”.
“No todo el mundo está de acuerdo”.
“Es una esclavitud moderna”, dijo Kabir. “La gente de mi generación tiene problemas para comprender su valor de mercado”.