La educación para el trabajo tiene por objetivo capacitar a las personas para que puedan desempeñarse laboralmente y puedan ser económicamente activos en la sociedad.
El requerimiento del mercado laboral, especialmente de las empresas hace que se demanden profesionales muy especializados en plazos cada vez más cortos de tiempo.
Hay cuestionamientos principalmente de educadores, a la educación tradicional para el trabajo que dicen que es importante capacitar a las personas no sólo para el trabajo sino también en valores y en comportamiento social. Se desatienden cuestiones que tienen que ver con la educación del adulto dentro de una comunidad y la familia en pos de una mayor especialización técnica.
Paradójicamente las empresas que buscan personal especializado, a la hora de hacer su selección, se quejan que muchos perfiles no se ajustan a los cánones de valores y conducta ética de la empresa.
Directores y gerentes de recursos humanos consultados por este tema afirman que prefieren ampliamente elegir candidatos con menos preparación técnica y buenos valores y conducta que al revés. Al poseer menos preparación técnica para su puesto, ese gap puede ser solucioado por la empresa a través de capacitaciones internas. Pero caso contrario es imposible solucionar porque la falta de valores y comportamiento social es una falencia que no se puede adquirir a través de cursos.
La incoporación de conocimientos, destrezas y valores desde temprana edad, configuran la combinación precisa de la nueva educación para el trabajo que demandará no sólo el mercado laboral sino la sociedad en las próximas décadas.
Tanto el Estado, las instituciones académicas y el sector privado deben ser los ejecutores de este cambio de paradigma que viene asomando desde hace años.
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