Acoso a Repsol en su año más vulnerable

Las autoridades de EEUU fuerzan cambios en la cúpula de la petrolera española y una investigación interna, mientras bufetes neoyorquinos presentan demandas millonarias por la pérdida de reservas, esgrimiendo una carta del propio presidente, Antonio Brufau. Pero el grupo promete salir adelante con transparencia y cuenta con apoyo del Gobierno.

Por Carlos Segovia

Queridos accionistas. Los resultados obtenidos en el pasado ejercicio muestran que 2004 fue un buen año para Repsol YPF». Así empezaba Antonio Brufau, el presidente ejecutivo de la primera petrolera española, su carta de presentación del informe anual aprobado por los accionistas el pasado 31 de mayo.
Ahora se arrepiente seguramente de haber incluido también estos dos párrafos: «Durante el ejercicio 2004, por encargo de nuestra compañía, las consultoras independientes De Golyer & Mc Naughton y Gaffney Cline & Associates, concluyeron la auditoria del 100% de los activos del libro de reservas de hidrocarburos de Repsol YPF, iniciada hace tres años. Como resultado de dicha auditoria, en el capítulo de revisiones de estimaciones previas de hidrocarburos, las reservas probadas tuvieron una leve corrección del 4,1%, lo que representa para nosotros una gran tranquilidad» (ver reproducción íntegra en la siguiente página).

¿Gran tranquilidad? Esta carta es una de las pruebas de «material falso y engañoso» esgrimido por Brufau «para engañar a los accionistas y mantener artificialmente alto el valor», según Jack Reynolds, del bufete neoyorquino Lerach Coughlin Stoia Geller Rudman & Robbins. Reynolds resalta que, en contraste con esa carta, el pasado 26 de enero, Brufau hizo público que las reservas de Repsol YPF eran en realidad un 25% inferiores a las que él describió en su informe anual de 2004 y que van a proliferar las demandas millonarios de accionistas, al menos en Estados Unidos. Ya van tres bufetes neoyorquinos acudiendo a los tribunales con argumento similar.
«El mundillo de los abogados en Estados Unidos es como el lejano Oeste, están pendientes de cualquier cosa para intentar presentar una demanda contra una gran empresa y presionarla con el objetivo de sacar una cantidad a cambio de dejarla después en paz», lamentan en la petrolera. Pero estos pleitos son tomados en serio por algunos analistas, por si terminan representando un alto coste para Repsol YPF. «Se abren incertidumbres legales. Hemos decidido recortar nuestro precio objetivo en 2 euros por acción», ha anunciado, por ejemplo, Urquijo Bolsa.
Otra prueba que manejan los bufetes es que Repsol YPF remitió también el pasado año un informe detallado a la Securities Exchange Commission (SEC), el órgano rector de los mercados de valores de EEUU, en el que daba cuenta del mismo dato tranquilizador sobre las reservas. Aunque también detalló «factores de riesgo».
Brufau acompañó el informe, con fecha de 30 de junio de 2005, una carta con su firma en la que asegura, como es habitual: «En mi conocimiento, este informe no contiene ningún relato de hechos que no sea veraz ni hay omisiones». Según su entorno, es todo lo que se podía sostener con los datos que existían en ese momento y de acuerdo con el periodo que cubría el informe, el año 2004. Pero aunque transmitía esa información oficial, Brufau no se conformó, según aseguran en la petrolera, con el cierre de la auditoria encargada por su antecesor, Alfonso Cortina, nombrado con el Partido Popular en el poder. Y, según se desprende de anuncios públicos realizados en las mismas fechas en las que Brufau transmitía tranquilidad a los accionistas, se empezaron a tomar medidas por si acaso.
El Ejecutivo catalán, que había tomado posesión de su cargo en octubre de 2004, procedente de la Caixa -principal accionista de Repsol YPF- , sabía desde, al menos, el pasado abril que había indicios de que la petrolera había incurrido en el mismo error que Shell: sobrevalorar sus reservas de gas y petróleo; y que había que revisar el asunto. Brufau había sido consejero de Repsol YPF en nombre de la Caixa antes que presidente.
El 28 de abril de 2005, hizo público que «de acuerdo con las mejores prácticas de gobierno corporativo», el Consejo de Administración había decidido reforzar las competencias de la Comisión de Auditoria y Control. «Dentro de las nuevas funciones asumidas por la citada comisión destacan las de supervisión del control de las reservas de hidrocarburos de Repsol YPF». Pero la maquinaria tarda en ponerse en marcha y el trago llega al acercarse las navidades. En los dos últimos meses de 2005, De Golyer & Mc Naughton y Gaffney Cline & Associates, las mismas firmas auditoras internacionales que habían tranquilizado a la petrolera un año antes, realizaron un nuevo trabajo auditor avanzando conclusiones preliminares diferentes a las de 2004. Se avecinaba un drama en mal momento.
En los trabajos participan idénticos auditores que meses antes no veían tanta pérdida de reservas. La petrolera considera lógico recurrir a los mismos, porque no ve un gran número de alternativas en el limitado mundo internacional del control de reservas de hidrocarburos.
Con las conclusiones ya cerradas, Brufau da el paso y se confiesa el pasado 26 de enero. Falta un 25% de las reservas y, por tanto, castañazo en Bolsa, aunque menor del esperado.
Pero ahora viene la auditoria peor, la de dilucidar si se ha hecho bien el trabajo y si se han incurrido en responsabilidades. Para ello, la consigna de Brufau ha sido no hacer nada que pueda despertar sospechas en la SEC. Por eso, de acuerdo con la institución estadounidense, se ha contratado al bufete King&Spalding. Sus cuatro abogados desplazados a la sede de Repsol YPF en Madrid ocupan despachos y una sala de reuniones y tienen acceso libre a todos los empleados en cualquier parte del mundo, según asegura la petrolera.
King&Spalding ni siquiera reportará a Brufau, sino a la Comisión de Auditoría y Control que está integrada por cuatro consejeros considerados teóricamente «independientes». Es más, el pasado 29 de diciembre, cuando ya se veía venir el pastel, Brufau anunció la incorporación de Paulina Beato -ex presidenta de Red Eléctrica Española cuando Carlos Solchaga fue ministro de Economía- como nueva consejera independiente de Repsol YPF. Y, nada más llegar, sustituyó en la Comisión de Auditoria y Control al vicepresidente de la Caixa, Jordi Mercader. La razón es que la SEC no acepta que un consejero que representa al principal accionista esté presente en una comisión que debe ser independiente de la dirección.
En este primer cambio en el organigrama, Mercader se ha quedado ahora como vocal de la Comisión de Nombramientos y Retribuciones. En la de Auditoria y junto a Beato, que se estrena con una misión de peso, figuran Ignacio Bayón, el ex ministro de UCD que ya la presidía en la etapa de Cortina; Marcelino Oreja, el ex comisario europeo a propuesta del Partido Popular ; y Carmelo de las Morenas, ex director corporativo financiero de la petrolera.
Ellos cuatro deberán esbozar, de acuerdo con el informe de King&Spalding, si Brufau ha actuado correctamente o si la responsabilidad es de Cortina, del ex director general Ramón Blanco o de ninguno de ellos. «Quieren echarles la culpa a los anteriores», pronostica una fuente próxima al antiguo equipo. Brufau eludió en el momento del anuncio de la pérdida de las reservas cualquier ataque a sus antecesores. Cortina y Blanco declinaron atender las llamadas de este diario para recabar su versión sobre los hechos. Conocidas las conclusiones, la SEC abrirá probablemente un expediente sancionador que Repsol YPF confía en que no vaya más allá de una multa simbólica, puesto que estima que su comportamiento ha sido mucho más transparente que el de Shell. «Y así va a ser, se va a actuar con la máxima transparencia y confiamos en que en verano ya haya pasado todo sin mayores dificultades», afirma un alto directivo de Repsol YPF. La petrolera angloholandesa tuvo que dar hasta cinco explicaciones públicas en pocas semanas tras ser acusada de falta de transparencia en la pérdida de reservas y terminó recibiendo una sanción de 125 millones de dólares. Los abogados clave que ahora asesoran a Brufau, el bufete Davis Polk&Wardwell -que también trabajó en el caso Shell-, han aconsejado no ocultar nada. El presidente no sólo pretende aplicar esa regla, sino que incluso ha ido más lejos al atreverse a dar la cara en la dura rueda de prensa del pasado 26 de enero, con gran riesgo, según los abogados, de que pudiera desviarse del guión del comunicado enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), a la Comisión Nacional de Valores argentina y, sobre todo, a la SEC.
Otros asesores de Brufau le hicieron ver también la inoportunidad de efectuar el anuncio de la pérdida de reservas en plena tormenta catalana. Repsol YPF ha salido a la palestra en un momento en que otra participada por la Caixa, Gas Natural, ha obtenido un polémico visto bueno del Gobierno para lanzar una OPA hostil sobre Endesa. Y todo ello mezclado con la controvertida negociación del Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Brufau, arquitecto en la sombra de la OPA de Gas Natural sobre Endesa, cuenta con apoyo del Gobierno y, especialmente, del también catalán, ministro de Industria, José Montilla. En los últimos días, el presidente de la petrolera ha intentado también un acercamiento al presidente del PP, Mariano Rajoy, para que Repsol YPF no se vea envuelta en la tormenta política que ha engullido ya a Gas Natural. Le llamó el día 27, cuando Rajoy iba a ser recibido en Roma por Benedicto XVI, pero no se puso al teléfono, según fuentes populares. El siempre impetuoso Brufau, crítico en innumerables ocasiones con las posiciones del PP, no entusiasma en la calle Génova. El interlocutor habitual de Rajoy con el mundo de la Caixa es el director general, Isidro Fainé. El portavoz económico parlamentario del PP, Vicente Martínez-Pujalte, afirmó la semana pasada que la petrolera debe tener «una gestión más transparente» y que es «vulnerable» a una OPA.
Y otro frente. El nuevo presidente de Bolivia, Evo Morales, acusó el pasado día 7 «a algunas empresas petroleras», de haber participado en «una conspiración contra él». Morales precisó posteriormente que no se refería a Petrobrás, la petrolera brasileña. Para el embajador español en Bolivia, Francisco Montalbán, «nada más lejos de las intenciones de cualquier inversor español que atentar los intereses y la estabilidad del Gobierno». También en los últimos días, el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, Jorge Alvarado, acusó en este diario a Repsol YPF de sacar crudo de Bolivia «de contrabando». La petrolera califica de «imposible» esa acusación de delito y asegura que puede documentarlo. Brufau mantiene paralizadas inversiones en Bolivia y ha culpado a los cambios regulatorios que se están produciendo en ese país de parte de la culpa de que Repsol YPF haya tenido que revisar a la baja sus reservas, pero espera alcanzar acuerdos con el equipo de Morales.
Y en todo este entorno, la ex petrolera estatal acaba de perder la acción de oro con que el Gobierno podía vetar cualquier OPA hostil, pero Montilla ya ha afirmado que no quiere asaltos extranjeros a la empresa de Brufau. Además, tiene vigente una disposición de 1999 para vetar empresas públicas extranjeras en el sector energético español. Pero es el año más vulnerable, a priori, de Repsol. «Es un año de prueba para ti», bromeó el pasado jueves Brufau. Se refería a Dani Pedrosa, una de las figuras del motociclismo español que patrocina.

Bailar con las feas
TOM BURNS MARAÑON

La debilidad de Repsol YPF es su concentración en Latinoamérica. Eso se dice. ¿A quién se le ocurre invertir en un país cuyo presidente, caluroso todavía por los abrazos y palmadas recibidos de Fidel Castro y Hugo Chávez, miró al cielo el día de su inauguración y pidió un tiempo de silencio en homenaje a Che Guevara? Pero el proyecto Bolivia antecede a Antoni Brufau y al presidente de la petrolera le ha tocado bailar con la feísima realidad de un continente que en un abrir y cerrar de ojos se ha entregado al rancio populismo de la demagogia antiglobalizadora, antigringa o como se quiera llamar. Ni al ejecutivo más brillante, y Brufau pertenece a esa quinta, le salen las cuentas en tal situación. Hizo lo que tuvo que hacer reduciendo sus estimaciones de reservas y, como es muy listo, anunció también compromisos de control y transparencia. El mercado le penalizó, como no podía de otra manera, pero también le agradeció. El mejor cumplido que pueda recibir una empresa es que le salgan novios.
Si yo fuera Brufau miraría de reojo un mapa y unos cuadros cada mañana a la hora de afeitar. El mapa sería, evidentemente, el de Latinoamérica y mostraría el trazado, de norte a sur, del gaseoducto que proyecta el caudillo de la república bolivariana. Los gráficos ilustrarían la grandiosa producción de la cual disponen Venezuela, Perú y Bolivia y la demanda que se proyecta en Argentina, Brasil y Chile. Tanto el mapa como los cuadros aparecen en la edición de esta semana del Economist y si yo fuera Brufau recortaría esa página y la pegaría al espejo para afeitarme con tranquilidad. Con tiento y mano izquierda, esa debilidad latinoamericana se convierte en fortaleza. Las realmente feas están en la Unión Soviética, en Irán, incluso en Argelia. Ante tentaciones totalitarias y fundamentalistas, es preferible el populismo de nuestro patio particular.

El Grupo, en la encrucijada (PDF)

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Ahora se arrepiente seguramente de haber incluido también estos dos párrafos: «Durante el ejercicio 2004, por encargo de nuestra compañía, las consultoras independientes De Golyer & Mc Naughton y Gaffney Cline & Associates, concluyeron la auditoria del 100% de los activos del libro de reservas de hidrocarburos de Repsol YPF, iniciada hace tres años. Como resultado de dicha auditoria, en el capítulo de revisiones de estimaciones previas de hidrocarburos, las reservas probadas tuvieron una leve corrección del 4,1%, lo que representa para nosotros una gran tranquilidad» (ver reproducción íntegra en la siguiente página).

¿Gran tranquilidad? Esta carta es una de las pruebas de «material falso y engañoso» esgrimido por Brufau «para engañar a los accionistas y mantener artificialmente alto el valor», según Jack Reynolds, del bufete neoyorquino Lerach Coughlin Stoia Geller Rudman & Robbins. Reynolds resalta que, en contraste con esa carta, el pasado 26 de enero, Brufau hizo público que las reservas de Repsol YPF eran en realidad un 25% inferiores a las que él describió en su informe anual de 2004 y que van a proliferar las demandas millonarios de accionistas, al menos en Estados Unidos. Ya van tres bufetes neoyorquinos acudiendo a los tribunales con argumento similar.
«El mundillo de los abogados en Estados Unidos es como el lejano Oeste, están pendientes de cualquier cosa para intentar presentar una demanda contra una gran empresa y presionarla con el objetivo de sacar una cantidad a cambio de dejarla después en paz», lamentan en la petrolera. Pero estos pleitos son tomados en serio por algunos analistas, por si terminan representando un alto coste para Repsol YPF. «Se abren incertidumbres legales. Hemos decidido recortar nuestro precio objetivo en 2 euros por acción», ha anunciado, por ejemplo, Urquijo Bolsa.
Otra prueba que manejan los bufetes es que Repsol YPF remitió también el pasado año un informe detallado a la Securities Exchange Commission (SEC), el órgano rector de los mercados de valores de EEUU, en el que daba cuenta del mismo dato tranquilizador sobre las reservas. Aunque también detalló «factores de riesgo».
Brufau acompañó el informe, con fecha de 30 de junio de 2005, una carta con su firma en la que asegura, como es habitual: «En mi conocimiento, este informe no contiene ningún relato de hechos que no sea veraz ni hay omisiones». Según su entorno, es todo lo que se podía sostener con los datos que existían en ese momento y de acuerdo con el periodo que cubría el informe, el año 2004. Pero aunque transmitía esa información oficial, Brufau no se conformó, según aseguran en la petrolera, con el cierre de la auditoria encargada por su antecesor, Alfonso Cortina, nombrado con el Partido Popular en el poder. Y, según se desprende de anuncios públicos realizados en las mismas fechas en las que Brufau transmitía tranquilidad a los accionistas, se empezaron a tomar medidas por si acaso.
El Ejecutivo catalán, que había tomado posesión de su cargo en octubre de 2004, procedente de la Caixa -principal accionista de Repsol YPF- , sabía desde, al menos, el pasado abril que había indicios de que la petrolera había incurrido en el mismo error que Shell: sobrevalorar sus reservas de gas y petróleo; y que había que revisar el asunto. Brufau había sido consejero de Repsol YPF en nombre de la Caixa antes que presidente.
El 28 de abril de 2005, hizo público que «de acuerdo con las mejores prácticas de gobierno corporativo», el Consejo de Administración había decidido reforzar las competencias de la Comisión de Auditoria y Control. «Dentro de las nuevas funciones asumidas por la citada comisión destacan las de supervisión del control de las reservas de hidrocarburos de Repsol YPF». Pero la maquinaria tarda en ponerse en marcha y el trago llega al acercarse las navidades. En los dos últimos meses de 2005, De Golyer & Mc Naughton y Gaffney Cline & Associates, las mismas firmas auditoras internacionales que habían tranquilizado a la petrolera un año antes, realizaron un nuevo trabajo auditor avanzando conclusiones preliminares diferentes a las de 2004. Se avecinaba un drama en mal momento.
En los trabajos participan idénticos auditores que meses antes no veían tanta pérdida de reservas. La petrolera considera lógico recurrir a los mismos, porque no ve un gran número de alternativas en el limitado mundo internacional del control de reservas de hidrocarburos.
Con las conclusiones ya cerradas, Brufau da el paso y se confiesa el pasado 26 de enero. Falta un 25% de las reservas y, por tanto, castañazo en Bolsa, aunque menor del esperado.
Pero ahora viene la auditoria peor, la de dilucidar si se ha hecho bien el trabajo y si se han incurrido en responsabilidades. Para ello, la consigna de Brufau ha sido no hacer nada que pueda despertar sospechas en la SEC. Por eso, de acuerdo con la institución estadounidense, se ha contratado al bufete King&Spalding. Sus cuatro abogados desplazados a la sede de Repsol YPF en Madrid ocupan despachos y una sala de reuniones y tienen acceso libre a todos los empleados en cualquier parte del mundo, según asegura la petrolera.
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En este primer cambio en el organigrama, Mercader se ha quedado ahora como vocal de la Comisión de Nombramientos y Retribuciones. En la de Auditoria y junto a Beato, que se estrena con una misión de peso, figuran Ignacio Bayón, el ex ministro de UCD que ya la presidía en la etapa de Cortina; Marcelino Oreja, el ex comisario europeo a propuesta del Partido Popular ; y Carmelo de las Morenas, ex director corporativo financiero de la petrolera.
Ellos cuatro deberán esbozar, de acuerdo con el informe de King&Spalding, si Brufau ha actuado correctamente o si la responsabilidad es de Cortina, del ex director general Ramón Blanco o de ninguno de ellos. «Quieren echarles la culpa a los anteriores», pronostica una fuente próxima al antiguo equipo. Brufau eludió en el momento del anuncio de la pérdida de las reservas cualquier ataque a sus antecesores. Cortina y Blanco declinaron atender las llamadas de este diario para recabar su versión sobre los hechos. Conocidas las conclusiones, la SEC abrirá probablemente un expediente sancionador que Repsol YPF confía en que no vaya más allá de una multa simbólica, puesto que estima que su comportamiento ha sido mucho más transparente que el de Shell. «Y así va a ser, se va a actuar con la máxima transparencia y confiamos en que en verano ya haya pasado todo sin mayores dificultades», afirma un alto directivo de Repsol YPF. La petrolera angloholandesa tuvo que dar hasta cinco explicaciones públicas en pocas semanas tras ser acusada de falta de transparencia en la pérdida de reservas y terminó recibiendo una sanción de 125 millones de dólares. Los abogados clave que ahora asesoran a Brufau, el bufete Davis Polk&Wardwell -que también trabajó en el caso Shell-, han aconsejado no ocultar nada. El presidente no sólo pretende aplicar esa regla, sino que incluso ha ido más lejos al atreverse a dar la cara en la dura rueda de prensa del pasado 26 de enero, con gran riesgo, según los abogados, de que pudiera desviarse del guión del comunicado enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), a la Comisión Nacional de Valores argentina y, sobre todo, a la SEC.
Otros asesores de Brufau le hicieron ver también la inoportunidad de efectuar el anuncio de la pérdida de reservas en plena tormenta catalana. Repsol YPF ha salido a la palestra en un momento en que otra participada por la Caixa, Gas Natural, ha obtenido un polémico visto bueno del Gobierno para lanzar una OPA hostil sobre Endesa. Y todo ello mezclado con la controvertida negociación del Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Brufau, arquitecto en la sombra de la OPA de Gas Natural sobre Endesa, cuenta con apoyo del Gobierno y, especialmente, del también catalán, ministro de Industria, José Montilla. En los últimos días, el presidente de la petrolera ha intentado también un acercamiento al presidente del PP, Mariano Rajoy, para que Repsol YPF no se vea envuelta en la tormenta política que ha engullido ya a Gas Natural. Le llamó el día 27, cuando Rajoy iba a ser recibido en Roma por Benedicto XVI, pero no se puso al teléfono, según fuentes populares. El siempre impetuoso Brufau, crítico en innumerables ocasiones con las posiciones del PP, no entusiasma en la calle Génova. El interlocutor habitual de Rajoy con el mundo de la Caixa es el director general, Isidro Fainé. El portavoz económico parlamentario del PP, Vicente Martínez-Pujalte, afirmó la semana pasada que la petrolera debe tener «una gestión más transparente» y que es «vulnerable» a una OPA.
Y otro frente. El nuevo presidente de Bolivia, Evo Morales, acusó el pasado día 7 «a algunas empresas petroleras», de haber participado en «una conspiración contra él». Morales precisó posteriormente que no se refería a Petrobrás, la petrolera brasileña. Para el embajador español en Bolivia, Francisco Montalbán, «nada más lejos de las intenciones de cualquier inversor español que atentar los intereses y la estabilidad del Gobierno». También en los últimos días, el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, Jorge Alvarado, acusó en este diario a Repsol YPF de sacar crudo de Bolivia «de contrabando». La petrolera califica de «imposible» esa acusación de delito y asegura que puede documentarlo. Brufau mantiene paralizadas inversiones en Bolivia y ha culpado a los cambios regulatorios que se están produciendo en ese país de parte de la culpa de que Repsol YPF haya tenido que revisar a la baja sus reservas, pero espera alcanzar acuerdos con el equipo de Morales.
Y en todo este entorno, la ex petrolera estatal acaba de perder la acción de oro con que el Gobierno podía vetar cualquier OPA hostil, pero Montilla ya ha afirmado que no quiere asaltos extranjeros a la empresa de Brufau. Además, tiene vigente una disposición de 1999 para vetar empresas públicas extranjeras en el sector energético español. Pero es el año más vulnerable, a priori, de Repsol. «Es un año de prueba para ti», bromeó el pasado jueves Brufau. Se refería a Dani Pedrosa, una de las figuras del motociclismo español que patrocina.

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Si yo fuera Brufau miraría de reojo un mapa y unos cuadros cada mañana a la hora de afeitar. El mapa sería, evidentemente, el de Latinoamérica y mostraría el trazado, de norte a sur, del gaseoducto que proyecta el caudillo de la república bolivariana. Los gráficos ilustrarían la grandiosa producción de la cual disponen Venezuela, Perú y Bolivia y la demanda que se proyecta en Argentina, Brasil y Chile. Tanto el mapa como los cuadros aparecen en la edición de esta semana del Economist y si yo fuera Brufau recortaría esa página y la pegaría al espejo para afeitarme con tranquilidad. Con tiento y mano izquierda, esa debilidad latinoamericana se convierte en fortaleza. Las realmente feas están en la Unión Soviética, en Irán, incluso en Argelia. Ante tentaciones totalitarias y fundamentalistas, es preferible el populismo de nuestro patio particular.

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