El film de Costa Gavras profundiza en lo difícil que es la reinserción laboral, y es un llamado de atención sobre el salvajismo que genera el no pertenecer.
Pese a que el índice de desempleo en la Argentina desciende, conservar la fuente de trabajo es una preocupación sintomática de nuestro pueblo. La encuesta que hoy publica el diario Clarín da cuenta de que al casi 30 por ciento de los argentinos le preocupa "la estabilidad laboral", mientras que las cuestiones de salario a un 43 por ciento. Dicha mención no es azarosa ni casual… Mañana se estrena "La corporación", un muy buen film del director griego Constantin Costa Gavras, que profundiza en la falta de empleo (en Francia) y taladra en lo difícil de la reinserción laboral de profesionales calificados. Es que las empresas buscan otro perfil, más joven y sonriente, dispuesto a todo con tal de lograr la soñada "relación de dependencia".
Después de ver esta atrapante historia de Costa Gavras ("Z", "La confesión", "Estado de sitio", "Amen"), basada en el libro "The Ax" ("La cuchillada"), resulta casi inevitable que surjan disparadores relacionados a otros largometrajes. Y, oh casualidad, es el cine galo el que, recurrentemente, aborda la misma cuestión. Puede citarse el film de Robert Guediguian ("Marius y Jeannette"), donde los obreros son forzadamente buenos y nunca se quiebran, a pesar de combatir a la patronal. También a los dos films de Laurent Cantet, "Recursos humanos" y "El empleo del tiempo" (ver aparte), o la recordada "El adversario", de Nicole Garcia, en la que el camaleónico Daniel Auteuil interpreta a un hombre que había fingido durante años ser médico de la Organización Mundial de la Salud en Ginebra, culminando una vida de estafas y mentiras matando a toda su familia. En este mismo personaje se basó Cantet para su película "El empleo del tiempo".
En los films mencionados hay una línea que va por debajo del relato central, que emerge al final y que termina siendo acerca de la progresiva locura de un hombre. Todas abordan el mundo del trabajo y las empresas, el desgaste y la consecuente metamorfosis emocional que produce en el empleado ser víctima del sistema capitalista.
NOS PUEDE PASAR A TODOS
"El mío es un personaje tan moral como puede serlo un soldado que va a la guerra. Porque Bruno es un hombre en estado de guerra", señala Jose Garcia, el actor francés que protagoniza "La Corporación". "Es verdad —acota— que se trata de un cuento amoral, pero nos lleva a replantearnos a todos lo siguiente: ¿vamos a seguir aceptando las reglas de esta sociedad?". Garcia encarna estupendamente a Bruno Davert, un hombre de 40 años, esposo y padre ejemplar que de buenas a primeras fue despedido de la papelera en la que trabajó por más de 15 años. Bruno es un respetado ingeniero industrial que empieza a desesperarse cuando nadie responde a sus cientos de currículums. El teléfono no suena y el hecho de ver cómo el nivel de vida de su familia va deteriorándose lo vuelve frenético. Sus indiscutibles pergaminos hoy no son de utilidad para las empresas, por lo que Bruno se siente un apátrida, un fuera del sistema. La corporación para la que trabajaba se lo sacó de encima y los pocos puestos nuevos, que aparecen cada tanto, tiene que disputárselos con otros profesionales tanto o más capacitados que él.¿Qué tal si los elimina uno por uno? Buena idea: el hundimiento del empleado de lujo provoca el ascenso de un asesino serial social. Aquí es cuando aparece la buena mano de Costa Gavras, que transforma este drama en una especie de comedia negra que termina incursionando en el thriller. La trama fusiona suspenso social y policial, con elementos ácidos…
Luego de ver "La corporación" se llega a una reflexión que mete miedo: este gran film intenta ser un llamado de atención sobre el salvajismo que produce el desempleo.