Bajo el lema ‘Gestionar para educar la ciudadanía europea’, y convocados por
La discusión se centró en el ineludible reto de construir Europa a través de la educación y la formación y, en consecuencia, en la necesidad de un cambio en el estilo de gestión y dirección de los centros. El debate, como no podía ser de otra manera, trajo aparejada la discusión de
1ª) Europa sigue siendo el horizonte en cuya perspectiva hay que situar la educación, el futuro de nuestras instituciones y de nuestros centros.
2ª) La educación demanda saber situarse en una dimensión nueva, demanda acciones concretas que caminen hacia una verdadera dimensión europea de la educación y hacia la formación de auténticos ciudadanos europeos. Aún cuando las estructuras políticas y la propia Constitución Europea tenga sus dificultades, la nueva juventud debe tener claras cuáles son sus metas y cómo construirlas. Asegurar una mejor educación para los futuros ciudadanos europeos es garantizar una Europa mejor.
3ª) Apostar por Europa es apostar por una sociedad plural. Bajo esta perspectiva, la gestión administrativa, pedagógica, de recursos, etc. tiene que ser distinta, plural y democrática. Y para lograrla es necesaria una mayor autonomía de los centros, reconocida como factor de calidad imprescindible. El control no debe confundirse nunca con mecanismos que restrinjan dicha autonomía. La realidad actual exige además que se respete la creación de centros docentes y se considere un derecho con objeto de garantizar la libertad de enseñanza.
4ª) La interculturalidad, presente en nuestra sociedad, requiere una gestión del centro distinta en sus diferentes aspectos. El modo de gestionar debe vincular la libertad individual con la pertenencia cultural, tiene que ampliar las opciones. La escuela debe, en definitiva, ayudar a crear una ciudadanía incluyente que garantice la igualdad de derechos y obligaciones de las personas, al margen de la cultura de que formen parte.
5ª) En este universo de retos se enmarca también el de la renovación de la función directiva, tanto en lo que se refiere a los esquemas de gestión, como a los propios directores. El futuro de la escuela católica está ligado, en gran medida, a la calidad de su equipo directivo. Ello implica una revisión de las condiciones de acceso y de trabajo, de las motivaciones personales, de las retribuciones y de la específica formación inicial y permanente. Necesitamos buenos equipos directivos y buenos sistemas de organización que permitan seguir siendo fieles a su oferta específica de carácter propio.
6ª) El Gobierno tiene la obligación de hacer de
7ª) Durante esta etapa de debate parlamentario de
8ª) La movilización del 12 de noviembre pone de manifiesto que un amplio sector de la sociedad no está de acuerdo con la ley educativa que está elaborando el Ejecutivo. El Gobierno no puede ignorar el clamor popular contra