En la actualidad, en América Latina y el Caribe existe un déficit de empleo formal de 126 millones, lo que representa 53 por ciento de la población económicamente activa (PEA), reporta
En el estudio Trabajo decente en las Américas: una agenda hemisférica 2006-2015, la OIT refiere que la falta de creación de empleos formales en la región ha sido un factor determinante para el estancamiento en la reducción de las tasas de pobreza, y acota que los resultados de las reformas laborales y sociales de los años 90 en el área fueron "bastante decepcionantes", pues el producto por trabajador creció a un ritmo "muy bajo, de sólo 0.21 por ciento anual entre 1990 y 2005".
Abunda que los casos más sobresalientes en cuanto a la aplicación de reformas fallidas fueron Argentina, Colombia y Perú, y aduce que algunos de los cambios en la materia flexibilizaron la contratación y el despido, y en muchos casos se abandonaron los mecanismos solidarios de protección social, tanto en lo que se refiere a las pensiones, protección en contra accidentes como enfermedades profesionales.
Asimismo, tras señalar que el argumento que se utiliza para explicar los resultados adversos es que muchas de esas reformas se quedaron a "mitad de camino, no fueron completadas", la OIT indica que en muchos casos también produjeron un "debilitamiento de algunas de las instituciones de relaciones laborales, en particular la negociación colectiva y de los medios tradicionales de solución de conflictos", y precisa que el argumento que justificó los procesos de cambio fue que debía eliminarse la "rigidez" para poder crear empleo formal, pero en los hechos la organización sostiene que luego de un decenio la experiencia en diversos países ha "mostrado que pese a estas reformas no sólo no se logró incrementar el empleo formal, sino que además se produjo un incremento del desempleo y del sector informal, se acentuó el fenómeno de la precarización social de los empleos, asociada a la inseguridad de los ingresos, menor protección social y mayor rotación laboral", entre otros.
También remarca que "no dispone de indicio alguno de que mayor dosis de esas reformas hubiera mejorado la situación, sino por el contrario, la experiencia reciente hace pensar que quizá podrían haberla empeorado aún más" y añade que el producto por trabajador o productividad del trabajo, el cual es considerado un elemento "determinante para el progreso económico y social, no creció en muchos de los países de la región al punto que hoy es bastante similar al registrado al inicio del decenio de los 80".
El mencionado índice se encuentra actualmente en "alrededor de 840 dólares al mes", sostiene la OIT al subrayar que su "estancamiento en el valor de hace dos decenios explica también por qué las tasas de pobreza actuales en la región son bastante similares a las observadas a inicios de los años 80".
Según la OIT el déficit de trabajo formal podría aumentar a "158 millones de personas en 2015 si no se adoptan medidas para generar más y mejores empleos y advierte que la generación de trabajo decente (bien remunerado y con prestaciones de ley) debe ser un objetivo político, porque repercute sobre la lucha contra la pobreza, la gobernabilidad de las democracias y la seguridad hemisférica".