La vocación es un llamado desde y hacia el corazón de un individuo. Una profesión puede ser una vocación también, pero también puede ser una elección hecha con diferentes criterios. No se puede negar una vocación; arde en el corazón y el alma de una persona y no puede ser apagada hasta que se responde, mientras que una profesión puede ser elegida sobre la base de las demandas de la familia, el ingreso, el Estado o la ubicación. Ciertamente una vocación puede ser cumplida a través de una profesión. Se puede reflexionar sobre los trabajadores sociales, sacerdotes y médicos. Éstas son profesiones que reconocemos como vocacionales. Es una experiencia miserable conocer a un profesional en estos campos que no tiene la vocación dentro. Hay un idealismo que arde en un profesional con verdadera vocación. Sin esa chispa, esa luz interior de propósito, es difícil confiar o creer que una persona está motivada profesionalmente.
La profesión se escoge, quizás desde el colegio, la Universidad y/o gracias al rumbo que va tomando la carrera profesional. La vocación por su parte es la necesidad de lograr un ideal, una satisfacción personal a través del ejercicio de la profesión que excede la conclusión de un trabajo.
Ejemplos de la diferencia entre vocación y profesión
El ingeniero, es aquel profesional que ha estudiado y desarrollado la carrera de ingeniería. Si el ingeniero se dedica a cumplir con su profesión a elaborar proyectos, construir estructuras y pasar al próximo proyecto seguramente es un buen profesional. Si ese mismo ingeniero a su vez abraza al docencia, comparte sus conocimientos con profesionales, realiza tareas ad honorem que enriquezcan la profesión, especialmente dedicadas a los más jóvenes, escribe libros, intenta innovar y aportar nuevas ideas a la profesión, se preocupa por los temas de colegiatura, en el colegio de ingenieros, y un largo etcétera se trata de una persona con verdadera vocación para la ingeniería. Este ingeniero tiene un ideal quizás sea difundir prácticas de su profesión.
Un profesional de la abogacía decide que quiere ampliar sus conocimientos de la profesión. Por ello se postula para trabajar en grandes estudios jurídicos y trata de participar en todos los casos posibles para conocer procedimientos, normas y a otros profesionales en la práctica. Hasta quí ejerce su profesión y luego decide que tiene una vocación de expandir los horizontes del derecho, que el derecho no debe ser exclusivamente para quienes pueden pagar un abogado. Y decide realizar asistencia jurídica gratuita para personas sin recursos económicos y además de llevar su trabajo remunerado, que a la vez lo mantiene actualizado de los temas de la profesión, decide tomar 4 ó 5 casos al mes gratis.
Un médico que ha realizado el juramento hipocrático que es el juramento que realizan cuando se gradúan todos los médicos de salvar vidas y decide que en vez de ejercer su profesión de cualquiera de las maneras posibles (en el consultorio, en investigación, en la docencia, etc.) decide que se gana más dinero (y con menos problemas, quizás) teniendo su propia flota de taxis y administrarla, lamentablemente se trata de un profesional de la medicina sin vocación. Se le ha apagado la llama interna (si alguna vez la tuvo) de ayudar a mejorar la salud de otras personas.
Todos los niños quieren ser veterinarios. Pero muy pocos de adultos concretan la profesión. Aquellos veterinarios insensibles que comercian con animales encerrados en jaulas durante semanas o que dejan morir animales o los tienen en veterinarias sin la ventilación adecuada, o piden honorarios excesivos y por adelantado a clientes que van con sus animales lastimados, o con dolencias, son profesionales que carecen de vocación alguna.