El 87,3% de las personas con discapacidad opina que los progresos en su integración laboral responden a una obligación legal

Por segundo año consecutivo, la Fundación Adecco ha querido escuchar a las personas con discapacidad para conocer sus inquietudes, necesidades y expectativas personales y profesionales de cara a 2012. La presente encuesta: ¿Qué tres deseos le pides al nuevo año? ha dado voz a 750 personas con discapacidad, y parece que sus aspiraciones no son muy diferentes a las del resto de los ciudadanos. Se resumen, principalmente, en salud, trabajo y felicidad.

Pero además, también han aprovechado para realizar sus demandas particulares, coincidiendo con la llegada de Mariano Rajoy al nuevo Ejecutivo, al que piden formar parte continua de la agenda política. Podemos resumir estas demandas en: normalización, accesibilidad y sensibilización.

La normalización ocupa un importante lugar entre sus deseos. Las personas con discapacidad piden al nuevo año que las empresas les juzguen como a cualquier trabajador, y fijen la atención en sus capacidades, y no en sus limitaciones.

La accesibilidad también ha jugado un importante papel en los resultados de la encuesta: gran parte de los encuestados pide al nuevo Gobierno que adapte los edificios públicos y los comercios a las personas con movilidad reducida, para que puedan ir de compras, tomar un café o pasear por la calle como todo el mundo.

En este sentido, el estudio ha revelado importantes conclusiones en las que merece la pena detenerse.

Si no fuera por la LISMI…

Aunque aún queda mucho camino por recorrer las personas con discapacidad tienen cada vez más presencia en la vida social y laboral. En esto están de acuerdo la mayoría de los encuestados: el 52,8% así lo declara.

Frente a esta postura, nos encontramos con otros dos puntos de vista opuestos, y más radicales: un 37,5% afirma tajantemente que las personas con discapacidad no gozan de las mismas oportunidades que los demás y que están continuamente expuestas a la discriminación. En el otro lado, un 9,7% -más optimista- declara que las personas con discapacidad ya forman parte activa de la sociedad, y que su integración definitiva es sólo cuestión de tiempo.

Sea como fuere, y en lo que todos parecen coincidir, es en la razón que está detrás de los progresos vividos en su integración laboral. Para un 87,3%, los avances en el empleo de las personas con discapacidad se han producido gracias a la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI), que desde 1982 obliga a las empresas de más de 50 trabajadores a contratar a una proporción de empleados con discapacidad no inferior al 2%.

Este 87,3% mira a las empresas con cierta desconfianza: no les contratan por amplitud de miras ni por un compromiso verdadero, sino que lo hacen como una herramienta para cumplir con la normativa legal.

Sólo un 12,7% se muestra más optimista, y opina que la mentalidad más abierta de las empresas, y de la sociedad, es la responsable de los adelantos vividos en su integración laboral.

Así pues, no es de extrañar que al preguntar a los encuestados qué tipo de ayudas son más necesarias para impulsar la integración laboral de las personas con discapacidad, ganen las relacionadas con la sensibilización (53%), superando incluso a las ayudas económicas (40%) y a las de accesibilidad (7%).

Según una de las encuestadas, con discapacidad física: “Más allá de las subvenciones y de las ayudas, lo más importante es que los empresarios vean la discapacidad como algo normal, y no como un lastre. Hay que potenciar la sensibilización”.

NO a las víctimas dobles, Sí a la normalización

A la luz de las cifras oficiales (INE), parece que la integración laboral de las personas con discapacidad sigue siendo un reto para la sociedad actual. Su tasa de actividad se sitúa en un 36,2%, frente al 75,9% del resto de la población.

Esto quiere decir que existe un 63,8% de personas con discapacidad que no se plantea trabajar, ya sea porque pueden vivir con la pensión que perciben, o por carencias de autoestima que les conducen al estereotipado pensamiento de: “a mí quién va a contratarme”.

Las cifras de desempleo tampoco son muy halagüeñas para el colectivo. Su tasa de paro se sitúa en un 23,3%, frente al 21,2% del resto de la población. Y es que, la crisis económica nos ha puesto una zancadilla a todos. Sin embargo, las personas con discapacidad son aún más vulnerables, pues a la difícil coyuntura hay que añadir la discriminación que siguen experimentando por prejuicios y estereotipos. Así pues, se ven doblemente discriminados y esta circunstancia aleja al colectivo de la normalización.

En este sentido, no es de extrañar que un 53,9% de los encuestados en paro opine que su discapacidad es la responsable de su situación de paro, o que al menos le perjudica, frente a un 46,1% que cree que la crisis afecta a todos por igual.

Fichajes estrella

A pesar de las dificultades que encuentran para acceder al mercado laboral, una vez contratadas, las personas con discapacidad resultan ser “fichajes estrella” para las empresas. Para empezar, su índice de satisfacción laboral ronda el 70%, según una reciente encuesta de la Fundación Adecco.

Además, a menudo ven reforzados valores como el esfuerzo, el afán de superación o la motivación, cualidades que se convierten en garantía de éxito trasladadas al entorno empresarial. Todo ello se traduce en términos de rendimiento y productividad.

Salud, trabajo y felicidad
 
Los deseos que las personas con discapacidad piden al 2012, no difieren demasiado de los de los demás. Así pues, el más demandado es la salud (80%), seguida del empleo, con un 75%. En este punto están incluidas las personas con discapacidad que, a pesar de tener trabajo, piden a 2012 una mejora en las cifras del paro.

Por detrás del mercado laboral, los encuestados piden felicidad (68%), siendo la respuesta más repetida dentro de esta categoría: “ser feliz”, en su sentido más amplio.

Es destacable también el porcentaje de encuestados que demandan a 2012 “normalización” (50%), es cierto que a veces requieren necesidades especiales, pero son ante todo personas y aspiran a obtener las mismas oportunidades en su día a día. Dentro de este punto, es muy destacable la accesibilidad: un 19% de los encuestados pide al nuevo Gobierno que adapte los edificios públicos y los comercios a las personas con movilidad reducida, para que puedan ir de compras, tomar un café o pasear por la calle como todo el mundo.

Y un año más, vuelve a repetirse el deseo de encontrar pareja estable el año que viene. En concreto, un nada desdeñable 25% así lo demanda. Este resultado no nos sorprende, si tenemos en cuenta que las personas con discapacidad precisan de un apoyo adicional de los que tienen más cerca y temen sentirse solas cuando sus familiares no puedan ocuparse de ellas. Por este motivo, desean encontrar una pareja que les proporcione apoyo y comprensión, pero no les resulta sencillo, porque se enfrentan a una gran presión social y al temor de ser rechazados debido a su discapacidad.

 Por último, es destacable el grupo de encuestados que ha mencionado terminar con la discriminación en el lenguaje como uno de sus deseos para 2012, y así se lo plantean al nuevo Gobierno. Un 10% comenta que la integración empieza por un aspecto tan básico como la denominación de la discapacidad. En este sentido, el término minusválido (etimológicamente menos válido) debería dejar de usarse, y por tanto, habría que modificar el nombre de la LISMI.

Entre las respuestas más curiosas, destaca la de un hombre de 33 años, con discapacidad física, que pide al 2012: “la oportunidad de formar parte de ensayos con células madre”.

Otros son más críticos, como un hombre de 40 años, con discapacidad sensorial, que: “cambiaría el corazón de los políticos para que estuvieran realmente comprometidos con los problemas y no miraran sólo sus intereses”.

Además, una joven de 23 años, con discapacidad intelectual, desea convertirse en famosa el año que viene y salir en televisión.

Los hay también que, puestos a pedir, aprovecharían para conocer a sus ídolos, como el madrileño de 27 años, con discapacidad intelectual que “conocería a Cristiano Ronaldo y a su novia y les agregaría después al Facebook”.

 
El caso de Pablo Pineda

 Pablo Pineda Ferrer, nacido en Málaga, primer licenciado europeo con síndrome de Down, y Consultor Externo de la Fundación Adecco, comentaba en una reciente jornada de sensibilización que tuvo lugar en Leroy Merlín-Murcia: “Soy el primer indignado de España”.

 Pineda es un ejemplo perfecto de cómo su discapacidad está suponiendo un freno para alcanzar sus expectativas profesionales. A pesar de haber estudiado Magisterio y Psicopedagogía, no puede desempeñar el puesto de maestro, porque su discapacidad sigue sin estar “bien vista” dentro de este ámbito.

“Dicen de mí que soy la primera persona con discapacidad que ha obtenido una licenciatura, y la primera que ha protagonizado una película. Pero también soy el primer “indignado”, pues debido a prejuicios no puedo trabajar en lo o que he estudiado y tengo que estar demostrando más que los demás cada día”- declaró durante su ponencia.

 

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