China está jugándose su salud económica para convertirse en líder mundial en las ciencias, pero, ¿tendrá éxito?.
China es una catástrofe económica en ciernes. China está en condiciones de convertirse en la mayor economía del mundo en 2025. Estas dos afirmaciones son ciertas. Constituyen el contexto que debemos comprender para evaluar correctamente lo que los chinos están tratando de hacer en las ciencias.
Cuando Den Xiao Ping llegó al poder a principios de la década de 1980, China era un país del Tercer Mundo, con su vasta población sumida en la pobreza, atrapada por fracasos económicos masivos y rigideces estructurales. Deng decidió que China debía tener las ventajas de las formas capitalistas de inversión y competencia. Declaró también que el fundamento de la grandeza económica y, por tanto, nacional es la ciencia y
Si
La contaminación está presente por todas partes, la degradación ambiental es abrumadora. En Pekín, en Sangai y en otras ciudades, la mayoría de los días de verano, el smog reduce la visibilidad más o menos a medio kilómetro: cuando se conduce por una de las autopistas elevadas que atraviesan Sangai, las torres de oficinas y pisos emergen como espectros de la bruma, disolviéndose en ella a continuación. Se dice que el 75% de los lagos de China está contaminado; los tramos inferiores de los principales ríos están secos durante muchos días del año. El problema más señalado es la energía. China ya es el segundo país en cuanto al uso de energía, después de los Estados Unidos. El suministro de fuel y de gas natural para uso doméstico es mínimo. China tiene mucho carbón, combustible del que es el principal consumidor mundial, y extrae y consume la cuarta parte de la producción anual del mundo, con un coste desastroso, sólo en 2004, murieron en las minas unos 6.000 mineros.
La visión de China que tienen incluso los occidentales más sofisticados y cultos está marcada por sus prejuicios de carácter ideológico. La más corriente es que el crecimiento económico requiere un capitalismo de laissez-faire, idealmente el propio del modelo anglo-norteamericano, lo que llevará inevitablemente a reformas democráticas. Pero el capitalismo chino no se parece, y no tiene por qué acercarse necesariamente, al modelo occidental. Está bajo el control del estado, a menudo errático, sin duda, pero siempre amenazador. La industria del acero, la industria automovilística y las demás fueron se crearon desde arriba. Los objetivos se siguen fijando desde arriba, en planes quinquenales, y con todo detalle. Los dirigentes son de una generación nueva, inteligentes, resueltos, relativamente jóvenes. No cabe duda de que han aprendido de la historia, pero no las lecciones que a los observadores occidentales les habría gustado que aprendieran. Hu Yin Tao es el líder máximo. Él y sus colegas han atacado lo que llaman "neoliberalismo" y, en concreto, las políticas de laissez-faire. No admiten una correlación entre el crecimiento económico y un despertar de
Todo esto es el resumen más escueto del dinamismo económico y las restricciones económicas, medioambientales y políticas que configuran la ciencia china de nuestros días. Siguiendo a Deng, el gobierno chino ha venido invirtiendo mucho para que las ciencias alcancen los niveles occidentales de calidad, originalidad y productividad. Roy Schwarz es un observador con experiencia. Desde
Un primer paso fue la reestructuración radical. De acuerdo con el modelo soviético, China creó, en 1952 y en los años siguientes, un gran número de universidades y escuelas monoespecializadas independientes. Sin embargo, en el verano de 1998, Yiang Ze Min, a la sazón presidente de China, y Su Rong Yi, primer ministro, llevaron a Pekín a representantes de universidades norteamericanas de primera fila. Los líderes chinos descubrieron que, mientras que sus instituciones educativas tenían un carácter especializado, las universidades norteamericanas eran universales. Schwarz dice que su respuesta fue adoptar el modelo norteamericano. El resultado ha sido un gran número de fusiones de urgencia. Por ejemplo, la ciudad de Hang Su tenía cuatro universidades unidisciplinarias, de las cuales una era agrícola y otra médica. En 1998, se reunieron por decreto en una sola:
"Sus universidades tienen dos estructuras de autoridad" dice Schwarz. "La visible para los occidentales es el presidente y los vicepresidentes y los decanos. La no visible es el secretario del partido, los vicesecretarios: cada nivel en el plano académico tiene su correspondiente en el plano del partido". ¿Cómo el Ejército Rojo en
Las facultades de Medicina de primera fila ya eran, como las de los Estados Unidos, institutos de investigación biológica, aunque su trabajo era prácticamente desconocido en Occidente. Ahora se han incorporado a las universidades. "En ninguna otra cultura podría haber ocurrido" dice Schwarz. "Pero me parece que ahora las facultades de medicina están viendo el valor que tiene formar parte de un todo más grande. Y he tenido oportunidad de ver cómo se educan los presidentes no médicos y los secretarios del partido cuando tratan de comprender esta rara bestia denominada centro médico". El que tiene fama de ser el mejor está en la Universidad de Pekín, que, en 2000, absorbió la Universidad Médica de Pekín, recibiendo la nueva denominación de Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Pekín. El principal campus de la Universidad de Pekín está en un suburbio cercano a la capital, al oeste de Pekín; el Centro de Ciencias de la Salud está varios kilómetros más lejos. Esa dispersión es una consecuencia obvia del proceso de fusión.
Es posible que esa dispersión no se mantenga mucho tiempo. La modernización del sistema universitario chino es intensa. "Están construyendo estos nuevos campus gigantescos" dice Schwarz. "He visitado cinco ahora". La unificación de campus, la construcción de nuevas instalaciones, impone
El lenguaje de los materiales promocionales del programa 97-5 puede ser marxista-triunfalista: una traducción al inglés afirma que "…escalaremos la cumbre de la ciencia mundial, promoviendo así el magno desarrollo de la investigación básica China".
El alcance y las áreas de concentración de la ciencia china se han plasmado con el mayor detalle en una serie de directivas nacionales. La directiva general más reciente se conoce como "Programa Nacional de Investigación Básica". A principios de 1997, el Ministerio de Ciencia y Tecnología reunió una comisión asesora de científicos y le preguntó qué tenía que hacer China para lograr una competitividad internacional en las ciencias, al tiempo que se abordaban los problemas internos más acuciantes. La comisión presentó sus recomendaciones en marzo -de ahí que, abreviando, se hable del "Programa 97-3"- y en junio recibieron la aprobación ministerial y superior. El lenguaje de los materiales promociónales del programa puede ser marxista-triunfalista: una traducción al inglés afirma que "crearemos un excelente ambiente de investigación científica, apoyaremos intensivamente a un grupo de destacados equipos de investigación científica, desarrollaremos importantes investigaciones de innovación y escalaremos hasta la cumbre de la ciencia mundial, promoviendo así el magno desarrollo de la investigación básica y de las industrias de alta tecnología de China". No obstante, los detalles son razonados, prácticos y absolutamente serios.
La financiación es, por supuesto, el instrumento para dirigir y controlar la ciencia y a los científicos. Diversas empresas occidentales se han instalado en China. Tanto IBM como Microsoft tienen laboratorios en Pekín; el de Microsoft tiene fama de ser el más innovador de
Zang Xia Neng es el director general de investigación básica del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Estuvimos con él durante un descanso de una jornada gubernamental celebrada en el Hotel Montaña Aromática, casi un complejo turístico, atractivo y moderno, a unas dos horas de Pekín, en la parte inferior de la ladera de las colinas de las que toma el nombre. Zang es bioquímico. Se trata de un hombre reflexivo, delgado, que tiene poco más de 50 años, aunque parece diez años más joven, y que habla un inglés excelente. "En China, contamos con tres fuentes de financiación de la investigación" dice Zang. Sus objetivos son diferentes. "Una es
En todo el sistema, la distinción entre "básico" y "aplicado" es compleja. Dice Zang que "el año pasado -2004-, la Fundación para las Ciencias Naturales tuvo un presupuesto de unos dos mil millones de yuanes". Al cambio fijo del momento, de 8,28 yuanes por dólar, esa cantidad se sitúa en torno a los 250 millones de dólares. No obstante, las comparaciones son difíciles, porque el coste de la investigación es muy inferior en China que en los Estados Unidos. "De nuestro ministerio -dice Zang-, salen 10 mil millones" es decir, unos 1.200 millones de dólares estadounidenses, alrededor de 1 dólar por ciudadano chino. "Pero del presupuesto del ministerio, alrededor del 10% va a la investigación básica y eso es, más o menos, la mitad de lo que dedica la Fundación para las Ciencias Naturales".
La comisión que recomendara el Programa 97-3 todavía funciona para proponer prioridades para la aprobación del ministerio. Incluso la investigación "impulsada por la curiosidad" que apoya la Fundación para las Ciencias Naturales debe inscribirse en las categorías del programa, adaptándose a los planes quinquenales de las organizaciones de investigación. Al menos en principio, los arquitectos del programa reconocen la necesidad de dejar que los científicos configuren sus propias investigaciones. No obstante, en contradicción con ese reconocimiento, han ideado un sistema de controles formales. Se han creado 61 "paneles de evaluación disciplinaria" con 755 expertos. Las instituciones presentan sus propuestas el 31 de marzo. Cada una de ellas es examinada por uno de los siete departamentos científicos de la fundación, que abarcan desde las ciencias matemáticas y físicas hasta la administración, pasando por las ciencias químicas, biológicas, geológicas, ingeniería e informática. El paso siguiente es la revisión a cargo de colegas, hecha por correspondencia y basada en un conjunto de más de 20.000 revisores; es cuestionable el rigor y la ausencia de tendenciosidad de esas revisiones (también lo es en Occidente). Los resultados se analizan y los proyectos se elevan a los paneles de evaluación, que presentan los proyectos que han llegado hasta esa fase al congreso de la Fundación para las Ciencias Naturales. Las ayudas se conceden para un plazo de 5 años y el progreso se revisa tras los dos primeros -sistema que se conoce como "2+3"- para evitar el problema de que una vez que se haya concedido la financiación para un proyecto, el equipo de investigación se cruce de brazos y "el pensamiento se anquilose" comenta Zang.
"La tercera fuente de financiación es, por supuesto, la ACC,
Desde que pensé ir a China, me asaltó una grave duda, y los datos brutos de la organización de la ciencia en aquel país destacan su importancia. ¿Es posible construir un establecimiento científico moderno, que haga trabajos importantes y originales, según el estándar mundial, organizándolo de arriba abajo, a semejanza de la industria del acero, del automóvil o de la electrónica? En nuestra época, la buena ciencia se hace en grupos, dentro de agrupaciones, desde el laboratorio hasta la institución de investigación, la red nacional, con sus asociaciones profesionales, controles y recompensas, múltiples niveles de científicos que juzgan a científicos, la comunidad científico mundial, cuya integración, más bien vaga, se basa en actitudes y estándares compartidos. Las nuevas ideas, los descubrimientos, surgen de abajo arriba. La cultura de la ciencia, el espíritu de la ciencia, debe enraizarse en la unidad básica, el laboratorio. Desde el director del laboratorio, que, tanto en China como en los Estados Unidos, se conoce como "investigador principal" pasando por los investigadores de carrera, los posdoctorales y los estudiantes graduados, hasta los técnicos de laboratorio, el grupo fomenta y hace respetar el espíritu de
Con respecto a China, la auténtica cuestión profunda es, por tanto, cómo plantar y cultivar la disciplina de la ciencia, el espíritu. Propuse esta cuestión a todos los científicos con los que hablé. Dos problemas ponen de manifiesto las dificultades: el problema confuciano y el problema del plagio. No se trata de singularidades ni de aberraciones accidentales, sino que están arraigados, engranados, interiorizados. Howard Temin fue un genetista molecular norteamericano que compartió el premio Nobel de fisiología y medicina por el descubrimiento de la enzima transcriptasa inversa. Era un hombre de una rectitud de hierro que había reflexionado mucho sobre los estilos de hacer ciencia. En una conversación mantenida en marzo de 1993, me dijo: "Una de las grandes virtudes de la ciencia norteamericana… es que incluso el profesor más antiguo, si se ve cuestionado por el técnico o estudiante graduado de inferior categoría, tiene que tomarlos en serio y tener en cuenta sus críticas. Es uno de los aspectos más fundamentales de la ciencia en Norteamérica".
Contemplemos el contraste: durante miles de años, este conjunto de actitudes: la armonía, el consenso, el respeto a la autoridad y a los puntos de vista de los mayores, que, para abreviar, llamaremos "confuciano" (aunque gran parte de lo que era convencional antes, se achaca a Confucio), ha regido la conducta de los chinos. Hoy día, está en tela de juicio el poder de una jerarquía basado primero en la antigüedad y después en las conexiones. Se dice que esa jerarquía todavía rige gran parte de la enseñanza de las ciencias en China; está presente en las relaciones dentro del laboratorio. Adquirió gran notoriedad cuando llevó a la incorrecta identificación de la causa de la epidemia del síndrome respiratorio agudo y grave (SARS, según sus siglas en inglés), en 2003. Los primeros casos aparecieron en el sur de China a finales de 2002; la enfermedad se extendió a Pekín y a otras ciudades, amenazando con adquirir proporciones mundiales. En febrero de 2005, un científico de carrera de Pekín anunció que había descubierto la causa: la bacteria clamidia. Un joven investigador de su laboratorio sabía que esto era erróneo, porque había aislado la verdadera causa. Por respeto, o miedo, no dijo nada.
Este ejemplo es extremo, pero no se trata de un caso aislado. Me advirtieron reiteradamente del problema. Gerald Lazarus es decano emérito de la facultad de medicina de la Universidad de California en Davis y, en la actualidad, es catedrático de la facultad de medicina de
Los chinos (y algunos otros países asiáticos, por supuesto) destacan por el pirateo de productos de marca: es como si las protecciones del copyright y de la marca registrada carecieran de sentido. Se dice que el plagio en las ciencias es también flagrante. Los científicos y estudiosos norteamericanos que trabajan con estudiantes graduados o becarios posdoctorales chinos se sorprenden al descubrir que tienen que enseñarles a los recién llegados que no pueden utilizar los trabajos de otros sin mencionar a sus autores, así como los castigos a los que se exponen si los descubren. "Los chinos tienen un auténtico problema con respecto a la propiedad intelectual. Parece que tienen una amnesia selectiva" dice Roy Schwarz. Martha Hill, decana de la Facultad de Nutrición de
Sin embargo, los prejuicios occidentales determinan la forma de comprender y la respuesta efectiva. Copiar el último álbum de los Rolling Stones o poner una etiqueta falsificada de un diseñador en un pantalón vaquero son robos que no provocan vergüenza alguna. El plagio en las ciencias no es lo mismo. Tradicionalmente, en Occidente se considera que la ciencia es comunal: se comparten los métodos; los resultados, una vez publicados, son del dominio público. En ese mundo, la prioridad es la única forma de propiedad, lo que hace que la necesidad de la atribución de la autoría sea absoluta. Los datos no publicados pueden constituir un objetivo para el robo, pero arriesgado. Lo que de verdad merece la pena robar son las ideas, sobre todo el conocimiento de que ¡ajá!, aquí hay algo nuevo y la forma de conseguir el resultado. Este tipo de robo supone la máxima tentación y es el más difícil de detectar. Se produce; sólo puede impedirlo una cultura científica muy desarrollada, el sentido de comunidad, que se interiorice psicológicamente el espíritu de la ciencia.
Un escéptico podría suponer que lo que ocurre en China no es diferente de lo que se ve en muchos laboratorios occidentales, en los que el jefe se apropia y publica con su nombre el trabajo de sus subordinados. Pero la tradición china es fundamentalmente diferente. Dicho en pocas palabras, siempre se ha dado por supuesto que los estudiosos de todos los niveles hacen suyo el trabajo de otros. En épocas antiguas, los estudiosos con principios reconocían lo que tomaban de otros, pero eso seguía siendo opcional (como antes del siglo XIX en Occidente). La actitud tiene muchos siglos de antigüedad, y aún hoy parece que está muy interiorizada.
En los últimos años, el ideal occidental clásico del carácter comunal de la ciencia se ha trastornado, sobre todo en las ciencias biológicas, por el atractivo de los beneficios que pueden reportar patentes. Muchos manifiestan su indignación por el secretismo que impone la preparación de una solicitud de patente y se quejan por los excesos que han llevado, por ejemplo, a patentar fragmentos de genoma. Sin embargo, si se mira correctamente, una patente es una forma de publicación y elimina la necesidad de secreto, preservando la prioridad y, por tanto, restaurando el carácter comunal.
Se produce aquí una curiosa convergencia. En algún momento, en todas las conversaciones que mantuve con científicos en China, planteé el problema del plagio. La respuesta fue siempre la misma y, a primera vista, parece rara, no evasiva exactamente, sino indirecta. Cuando se reflexiona sobre ella, empieza a parecer una forma de reconocer el problema, sin duda, pero indicando que, en el contexto chino, es posible que estén llevando a pensar de forma diferente a los jóvenes científicos en formación, incitándoles a ver los beneficios de adoptar las normas occidentales. Así, los directores de institutos y los investigadores principales dicen que enseñan que la propiedad intelectual significa, en primer lugar, patentes. Se insta a los jóvenes científicos chinos a que consideren cuáles de los resultados obtenidos son patentables y a que soliciten las patentes correspondientes.
De repente, del montón de ideas, métodos, datos, descubrimientos que se tenían más o menos en común, la propiedad individual emerge en una forma muy destacada.
En segundo lugar, se invita, se ordena a los científicos chinos a que preparen sus trabajos y los redacten para publicarlos en revistas occidentales de primera fila cuyos artículos se someten a revisión. Nature, Science, Cell se han convertido en los objetivos. En el Programa 97-3, se enfatiza mucho la publicación, y el éxito de los laboratorios en las revistas internacionales es fundamental en las revisiones 2+3. En este caso, el prestigio nacional es un motivo importante. El efecto en los laboratorios y en los científicos ha sido obligarlos a absorber los estándares occidentales de calidad, vivirlos, aprender a vivir por ellos. Es, en pocas palabras, un proceso de aculturación.
La armonía, el consenso, el respeto a la autoridad y a los puntos de vista de los mayores: durante miles de años esté conjunto de actitudes ha regido el comportamiento individual de los chinos. Hoy día, está en tela de juicio el poder de una jerarquía basado primero en la antigüedad y después en las conexiones.
En los decenios transcurridos desde que Deng Xiao Ping declarara que la ciencia y la tecnología tenían una importancia crucial, miles de chinos preparados en ciencias han salido al extranjero como estudiantes graduados y, con mayor frecuencia, como becarios postdoctorales. La mayoría ha ido a los Estados Unidos, y algunos a Europa. Muchos se han quedado, contratados para trabajos de investigación; algunos han vuelto. Para China, constituyen un recurso inmenso e inestimable por sus competencias y especialidades concretas, pero aún más por sus actitudes occidentalizadas, su absorción del espíritu de la ciencia moderna. El gobierno chino ha reconocido su potencial y trata de convencer a más científicos para que regresen.
Resumo a continuación mis conversaciones con tres científicos chinos, Los tres estuvieron como becarios postdoctorales en el extranjero y después volvieron. Los tres se encuentran en el nivel medio de la profesión, dirigiendo un laboratorio, trabajando intensivamente con un grupo relativamente pequeño. Son representativos de otros con los que también he estado.
En Changsa, capital de la provincia de Hunán, en la zona sudcentral de China, donde los veranos son abrasadores y la comida picante, se constituyó en 2000 la Universidad del
Centro Sur, como resultado de la fusión de una universidad tecnológica, una universidad médica y además la Universidad del Ferrocarril de Changsa. El componente médico es ahora la Facultad de Medicina Xian Gya. Tsao Ya es vice-decana y directora de la facultad de medicina. Es doctora, con grados MD y PhD, y pasó cinco años en los Estados Unidos, en el Instituto Nacional del Cáncer, a las afueras de Washington. Es también teniente de alcalde de Changsa. Es una mujer de baja estatura y fornida, directa, informada, de viva inteligencia, con sentido del humor y formidablemente bien preparada. Hablamos durante una comida sofisticada, con media docena de sus colegas y a la mañana siguiente, nos reunimos en su despacho con una estudiante graduada que asistió para colaborar en
"El
El Programa 97-3 concentra la investigación en seis áreas: biotecnología agrícola, energía, informática, recursos naturales y medio ambiente, población y salud y ciencia de los materiales. La temática de Tsao corresponde a población y salud. En esta área, la investigación se divide en 20 campos. Me los indicó con la ayuda de un documento base de 33 páginas que había compilado antes de mi visita. La lista es variada y los proyectos, ambiciosos, Sin embargo, incluso la investigación más básica -por ejemplo, sobre las células madre- se define en términos de aplicaciones inmediatas.
Su semana laboral está dividida en dos: la mitad dedicada al ayuntamiento y la otra mitad, a la investigación. "En particular, nos gustaría saber cómo opera el virus de Epstein-Barr -que puede causar cáncer- con las células huésped". Las cuestiones que su grupo está planteando no estarían fuera de lugar en el Instituto Nacional del Cáncer. Su laboratorio cuenta con unas 20 personas, en su mayor parte candidatas a PhD, con 5 técnicos. Su Instituto de Investigación del Cáncer tiene seis laboratorios, 50 profesores y unos 100 estudiantes. Seis profesores se encuentran entre los científicos chinos que ha regresado del extranjero.
El centro forma parte de la facultad de medicina.
"Con respecto a mi laboratorio, creo que está muy bien. Me parece que hacemos un trabajo muy bueno" dice. "Además, en mi laboratorio, realizamos un trabajo en equipo muy bueno. Se puede compartir la información", compartir la idea, intercambiar información, dialogar". Está profundamente influida por la época que pasó en el Instituto Nacional del Cáncer. Su jefe en la facultad de medicina es un científico: "Es profesor y tiene 74 años". ¿El respeto automático a los mayores es un problema? "No". ¿No interfiere en el quehacer de la ciencia? Reformulo la pregunta dos veces. No contesta.
Le pregunto cuáles le parece que son los problemas. "Creo que la cuestión más importante es que deberíamos publicar más nuestro trabajo en las revistas internacionales. Así, todo el mundo tendría oportunidad de saber más acerca de lo que estamos haciendo en China. El principal problema es el idioma. Los editores dicen siempre que se nota que el inglés no es la lengua materna, y dicen que necesitamos a alguna persona angloparlante que nos ayude a mejorar la calidad de los artículos". Me da una bibliografía de todos los artículos de biología de científicos de China publicados entre 2000 y el verano de 2005 en Science, Nature, y Cell. Son 36. La mayoría menciona a gran número de coautores; el que más, a 30. De su propio laboratorio, dice: "Este año, tratamos de publicar algunos artículos muy buenos en JBC y en PNAS," el Journal qf Biológical Chemistry y Proceedings of the National Academy of Sciences, de los Estados Unidos.
¿Algo más? "Sí. Creo que deberíamos dejar todo el trabajo repetitivo de bajo nivel. Carece de sentido. ¡Sólo genera más basural"
Yang Ke es vicepresidente ejecutiva del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Pekín (en inglés, prefiere el orden occidental, con el nombre delante). Es una mujer de un encanto, una percepción y una sutileza notables, apasionada por la buena ciencia e idealista al respecto: de todos los científicos con los que estuve,
Desde que regresó de los Estados Unidos, en 1988, Ke ha estado dirigiendo un laboratorio; su trabajo actual se dedica "en su mayor parte, al cáncer esofágico y gástrico, que tiene una incidencia muy elevada en China". Se ha demostrado que el cáncer esofágico no tiene un componente genético sencillo. Estamos trabajando con una población con elevada incidencia en una zona rural relativamente aislada de la provincia de Henán". Hace cuatro años la hicieron vicepresidenta de investigación y ascendió a su cargo actual dos años después. Sin embargo, los ascensos llegaron "en el momento en el que estaba consiguiendo un sentimiento real de la ciencia, comenzando a cosechar resultados". Echa en falta que: "estoy menos en el trabajo de laboratorio, pero todavía lucho para no abandonarlo, porque creo que aún soy útil para los estudiantes" dice. "Al menos, creo que mis alumnos están teniendo una buena preparación". t
Dice que la imagen de la ciencia china que se ha presentado al mundo ha enfatizado el desarrollo muy rápido, "y la verdad es que estamos progresando en la dirección correcta, pero todavía tenemos problemas". Dice que hablaría de ellos uno a uno, pero antes "debo decir otra cosa: mi opinión no es oficial". En realidad, esperaba que su impulso para ser franca no le creara problemas.
"El primero: China ha hecho un esfuerzo verdaderamente tremendo para impulsar la ciencia y
Este es un problema que tienen: no pueden esperar. Desean tus resultados al día siguiente Dicen a los científicos: ‘¡Tomad el dinero!, ¡Y organizad un equipo! ¡Hacedlo grande! ¡Y el premio Nobel, mañana!’
uno de los caminos, uno de los caminos importantes, para hacer un país fuerte" afirma. "Pero la ciencia no es como la industria del acero y la del automóvil. Necesita tiempo". La educación científica ha recibido una importante financiación, "pero no es suficiente". Y la educación científica debe comenzar muy pronto. Las ayudas a la investigación del ministerio, de la Fundación para las Ciencias Naturales, han aumentado diez veces o más en la pasada década. "Pero creo que las universidades deben conseguir más apoyo para la investigación básica, por sus beneficios en el campo y también por su influencia en los estudiantes. Y creo que la investigación básica produce el impacto más fuerte en los estudiantes en cuanto a la forma científica de pensar, porque en nuestra cultura es relativamente débil".
En segundo lugar, "con respecto al desarrollo tecnológico…, por ejemplo, si queremos un satélite, puede organizarlo el gobierno" dice. "Pero el problema es que hacen hincapié en la ciencia básica, pero organizándola -de arriba abajo-, en vez de crearla desde el nivel de
"Tengo que pasar a la tercera cuestión. En esta sociedad, en este momento, y en la cultura, creo que el pueblo chino enfatiza ahora más la tecnología que
"Además, en nuestra sociedad, como se está desarrollando económicamente de manera muy rápida, la tendencia del sistema social provoca la confusión del pensamiento. En términos de creencia. La gente es más materialista" afirma. "Sin embargo, para la ciencia básica, las personas tienen que tener unas mentes tranquilas. Claras. Y centra-das. Y…" Buscando un término, se vuelve a Dong Ze. Él frunce los labios y dice: "Tolerar el trabajo duro". Y
Pero, digo yo, no es sólo el individuo. "El grupo" dice ella. "La colaboración. Ése es otro problema. Difícil. Lo primero, en todos estos problemas, es que todo el mundo quiere tener éxito. Y todo el mundo cree que él es el más importante. Ésa es la tendencia de nuestra sociedad. Lo segundo es, de nuevo, cultural. Los chinos no quieren decir cosas negativas al principio. Al principio, no quieren aclarar cómo dividir el beneficio" -el crédito-. "Por eso, si se tiene mucho éxito, la gente riñe".
Dong Ze interviene: "Lo que dice
Comento que éste es un aspecto de la cultura china que tiene miles de años. Ambos asienten. Ke dice: "La gente respeta el pensamiento científico, pero, en nuestra cultura, la mayoría no lo comprende. Me di cuenta, porque he tenido la experiencia de la cultura occidental, me di cuenta en nuestra facultad -ésta es una facultad de medicina famosa-; la mayoría de los profesores enseña a los alumnos siguiendo el libro".
Dong Ze: "Ella dice que la cultura china no te anima a hacerte preguntas, sino que pide que sigas lo que dice el maestro".
Yang Ke: "Mmm. Pero eso empieza a cambiar, porque algunos chinos entienden qué es en realidad, cómo pueden hacer ciencia. Pero, si se trata de cambiar la forma de pensar del país, queda mucho tiempo". Se vuelve de nuevo a Dong, con una salva de chino rápido.
Él sopesa un momento lo que le ha dicho y dice: "La cultura china tiene una larga historia. Por eso, debe de encerrar alguna verdad y excelencia. Sin embargo, si tenemos que enfrentarnos a la formación de nuevos científicos, perece que tendremos que apartarnos un poco de la tradición y aprender a ser agudos y francos".
¿Cómo? "Llevará tiempo" dice Ke. "La globalización establecerá las ventajas de la integración de la cultura china y de
Dong explica: "Creo que lo que
"Eso es, eso es" dice Ke. "Para eso, hacen falta varias generaciones, Eso necesita varias generaciones. No pienso en una generación".
"Quizá unas pocas generaciones" dice Dong Ze.
En Sangai, en 2000, dos institutos de casi medio siglo se fundieron para constituir el Instituto de Bioquímica y Biología Celular. Es uno de los mejores y mayores centros de investigación de China. El genetista Li Zai Ping es un superviviente anciano, genial, desenvuelto. Nos reunimos en una amplia sala de conferencias, con los colegas de Li, entre los que está un investigador principal que estudia la insulina y el vicedirector del instituto, Ying Naihe, más joven, hablador intenso. El profesor Ying hizo su doctorado en uno de los predecesores del instituto y fue a Japón como becario posdoctoral. Para hacer la mayor parte de su explicación, Li se apoya en Ying.
En general, el instituto trabaja en biología molecular, celular y evolutiva y en bioquímica, pero los cuatro grupos de laboratorio tienen especializaciones distintas y afiliaciones algo diferentes. El Laboratorio clave de Biología Molecular del Estado, por ejemplo, que se ocupa de las interacciones entre el ARN y las proteínas y de la regulación de la expresión génica, está financiado en gran parte y supervisado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología ("laboratorio clave" es traducción literal del chino, con el significado de "muy importante"). Los otros grupos de laboratorio son criaturas de
En el momento de mi encuentro con Li y Ying, el instituto tenía 194 científicos, con 45 investigadores principales. De éstos, un tercio tenía menos de 45 años, otro tercio estaba entre 45 y 60 y el tercio restante, tenía más de 60 años; "pero ahora eso tiene menos importancia" dice Ying. ¿Los viejos? Mi observación no fue nada delicada y la risa, muy incómoda. Ying entró al quite, haciendo una señal a sus colegas más antiguos: "Ellos son, véalos, ¡creo que son jóvenes!, al menos científicamente hablando, ¿no?" Comenté que, en Pekín, me estuvo ayudando un estudiante graduado que, cuando descubrió mi edad, me dijo que me llamaría "Ye ye" que es la forma que utilizan los niños chinos para llamar al "abuelo". En esta ocasión, la carcajada no se vio ensombrecida por nada. Li Zai Ping dijo entonces, con seriedad: "A las personas mayores les resulta difícil obtener financiación".
"Tenemos aproximadamente un profesor por cada dos estudiantes graduados" dijo Ying. "Tenemos muy pocos becarios postdoctorales". ¿Por qué? "Porque los buenos estudiantes, tras conseguir su doctorado, van a los Estados Unidos a hacer su postdoctorado. Aunque ahora, desde este año, la situación empieza a cambiar".
El instituto está procediendo con energía a reclutar personal de la diáspora científica. Pero, ¿cómo persuadir a los becarios postdoctorales que están en Norteamérica para que vuelvan? La pregunta provoca una discusión general. Ying dice: "Tenemos que darles algún dinero para financiar su trabajo, y darles libertad para hacer su investigación. Muy importante. Por supuesto, tienen que ser de buena calidad". El número y la calidad de las solicitudes están mejorando notablemente, dice. "También les damos unos salarios relativamente buenos. Aunque ahora, en Sangai, los precios de las casas están subiendo tremendamente. Esto hace que el reclutamiento resulta aún más difícil. Por eso, también les damos una compensación por la casa".
Pero dice usted que les dan libertad. "Bueno, ésta es una buena pregunta. Primero, les facilitamos financiación, fondos para empezar. Por supuesto, su investigación tiene que encuadrarse en el marco general del instituto, pero después pueden escoger lo que quieran hacer. Pero también tienen que tomar una decisión: cómo pueden conseguir ayudas. En consecuencia, tienen que ajustar su investigación según la importancia de los proyectos que tengan relación con ella". Las ayudas proceden del Programa 97-
¿Cómo desarrolla un nuevo grupo el espíritu científico, el sentido de comunidad? "Ah. Lo único que puedo decir…" Ying se detiene. "Esto es principalmente, cómo puedo decirlo, ahora nuestro instituto va adoptando poco a poco un sistema como el de Estados Unidos, y porque la mayoría de los investigadores principales regresa de los Estados Unidos. Ahora el investigador principal goza de una libertad muy amplia: cómo utilizar el dinero, cómo contratar personal y los estudiantes que puede escoger. Todo eso". Ying añade que tanto él como sus colegas comprenden que el investigador principal que regresa carece de experiencia como tal. Por eso, se han reunido recientemente con un grupo de científicos de unos siete laboratorios asociados, de diferentes universidades norteamericanas, que vienen durante cortos períodos como investigadores principales visitantes, y están tratando de elaborar una forma de "encontrar mentores para los nuevos investigadores principales, pero todavía no hemos empezado".
El carácter único de la ciencia china, ahora y el día de mañana, sólo puede entenderse correctamente en su relación integral con los problemas únicos de la nación; por su magnitud y urgencia, no tienen precedentes en la historia del mundo. No es en absoluto obvio que puedan afrontarse adecuadamente. En el intento, China está sufriendo increíbles tensiones: está experimentando transformaciones económicas, demográficas, culturales y sociales a una velocidad de vértigo. Las ciencias forman parte de esa transformación, entre lo básico y lo aplicado, entre los estándares internacionales y las prioridades del país, entre la modernidad y la tradición, entre la investigación libre e impulsada por la curiosidad y las duras realidades políticas. Meditando en la situación de la ciencia china, Zang Xia Neng, del Ministerio de Ciencia y Tecnología, dice tranquila y sencillamente: "Desde mi punto de vista, la mayor parte de los verdaderos descubrimientos procedían de la investigación dependiente de la curiosidad, pero, para este país, necesitamos resolver nuestros problemas". En el entorno chino, no es fácil promover el espíritu esencial de la investigación científica. Se han hecho progresos: Yang Ke tiene razón en eso. También tiene razón en que llevará tiempo, generaciones quizá.