MADRID. Hoy por hoy la recuperación económica de España no se producirá en ningún momento futuro predecible. Lo único cierto es que los expertos garantizan que se seguirá destruyendo empleo hasta 2011 si la política económica continua como hasta ahora. Los 5 millones de parados, peor escenario que los más pesimistas preveían, es una cifra que ya todo el mundo da como segura que alcanzaremos en 2010, o incluso más, aunque ningún experto se atreva a expresar en alto lo que teme en sus peores pesadillas.
El gobierno esta evidentemente desbordado por la situación y Zapatero simple y llanamente no sabe qué hacer, ante lo que muchos se preguntan si el PSOE está dispuesto a llevar a la economía española a la quiebra generalizada aplaudiendo las ocurrencias de inquilino de La Moncloa. Zapatero insiste en el aumento del gasto público, que encima despilfarra en vez de emplearlo en incentivar la productividad y competividad de nuestras empresas. El déficit tanto se emplea en estupideces como la devolución de los 400 euros del IRPF, parches propagandísticos como el PlanE, que lo mismo se usa para comprar a los sindicatos, a los del cine, o para tener contentos a los catalanistas. Cualquier cosa menos bajar los impuestos, medida que la demoledora situación de déficit que Zapatero va a dejar hará muy difícil para quien el suceda.
Precisamente la grave situación del déficit público español hace impensable que cumplamos para 2011, como nos ha exigido la Comisión Europea, situar el déficit por debajo del 3%. Por ello Zapatero está preguntando a sus asesores sobre las consecuencias de salirnos del euro. La nueva divisa seria devaluada para promover nuestra competitividad y hacer así que el sector exterior empujase la recuperación económica. Naturalmente la nueva divisa española debería devaluarse enormemente en relación al euro para tener efectos transcendentales, lo que tendría como efecto secundario nuestro empobrecimiento general.
Tras los triunfalismos irresponsables de estos últimos años y la inexistente política económica de Zapatero, secundada alegremente por la mayoría, la cruda realidad coloca a España ante el abismo que se merece y se ha ganado a pulso: una enorme deflación nacional por la vía de una prolongada depresión y una subida masiva del desempleo.