“…la enfermera…habrá de ser muy disciplinada y obedecer exactamente los consejos y las indicaciones de los médicos. Y si el facultativo, por una razón
cualquiera, hubiese podido cometer un error en las dosis de los medicamentos, en el tratamiento o en el diagnóstico, y en el caso de que la enfermera se diese cuenta de ello, deberá advertir a su superior con el respeto y la consideración que merece, cuidando mucho de que el enfermo no se entere, con objeto de no socavar la confianza que el facultativo inspira…” 1
Éstas son algunas de las recomendaciones que en la década del ’40 en nuestro país se formularon para establecer comportamientos de las enfermeras y su relación con los médicos y con los pacientes.
Significativamente se señala que la enfermera deberá comunicar a su “superior”, en el caso de que el mismo haya cometido un error, y además deberá cuidar que el enfermo no se entere para no desprestigiar la figura del médico.
Aunque haya transcurrido bastante tiempo de la redacción de este valioso testimonio y hasta nos parezcan un tanto exageradas estas recomendaciones, mirándolas desde el presente no dejan de expresar ciertas continuidades y rupturas históricas de las prácticas y de las relaciones sociales construidas en los procesos de atención en
Las Ciencias Sociales
Así como los antropólogos clásicos aprendieron a conocer los diferentes aspectos de la “totalidad de la vida social” de las lejanas y exóticas comunidades tribales, actualmente desde otros escenarios mundiales locales, incursionamos en la vida de otros espacios culturales, nuestros espacios cercanos y cotidianos. En este caso, hacemos referencia al mundo de los hospitales, de los médicos, de las enfermeras, de los pacientes, de sus familias…
La perspectiva antropológica nos permite “exotizar” y “desnaturalizar” lo cotidiano, lo obvio, para hacerlo visible desde una posición de “extrañamiento” que nos transforma en observadores participantes. Esa posición de distanciamiento, como decía Claude Lévi-Strauss, presenta al antropólogo “como el astrónomo de las Ciencias Sociales”.(2)
Cada entrevista, cada espacio de discusión grupal – técnicas de la investigación cualitativa – nos ofrecen la posibilidad de conocer valores, comportamientos, actitudes, percepciones, normas, situaciones, conflictos. Y si de errores y de aciertos se trata, que mejor que explorar lo que pasa en estas instituciones donde las prácticas hablan de un presente, de identidades, de tradiciones y de una historia.
Si hablamos de la cultura como una variable de las organizaciones, deberíamos considerar la diversidad de grupos profesionales que confluyen en las mismas.(3)
La Sociología de las profesiones (4) aborda el problema de los fundamentos sociales del poder dentro de la profesión médica y su relación con
Las profesiones están insertas en un proceso socio-histórico de conformación y transformaciones, en procesos de profesionalización, en este caso de la Medicina y la Enfermería básicamente.
Hace un tiempo una enfermera me describió la situación crítica del hospital donde trabaja como “…lo que se vive acá adentro es una parte de lo que la sociedad vive afuera”. Estas palabras me llevaron a pensar desde qué lugar abordar el análisis de la cultura de las organizaciones y las diferentes propuestas de cambio de las mismas – desde adentro y desde afuera.
La cultura es uno de los diferentes aspectos de las instituciones de salud “por donde pasa lo económico, lo político, lo religioso, lo simbólico y lo imaginario”. (5) Las representaciones y las prácticas sociales son dos de sus componentes fundamentales para el análisis de la problemática del error y de la seguridad de los pacientes.
La dimensión cultural de la organización de las instituciones incorpora un análisis contextual e inter-subjetivo donde los cambios fortalecen la legitimidad social, los intereses y las identidades profesionales. Las formas institucionales generan estrategias de cambio ante los escenarios de crisis económica, política y social que enfrentamos hoy en la Argentina.
Cuando hablamos de errores en los procesos de atención y de seguridad de los pacientes no podemos dejar de poner en consideración los cambios ocurridos a partir de las reformas político-sanitarias del Estado de los
Las transformaciones generadas establecieron un proceso de coyuntura crítica y cambio institucional. La definición de nuevas reglas de juego en el ámbito local se hace necesaria para la reformulación del sistema de atención médica. “El sistema de atención médica de cada país refleja íntimamente su propia historia, cultura y sistemas político, social y económico. Un país no puede simplemente ‘adoptar’ el sistema de atención médica de otro y esperar razonablemente el éxito” (Enthoven 1997:19). (6)
Los cambios culturales expresan modificaciones en las prácticas sociales, en los comportamientos, en las actitudes cotidianas, en los valores. Sin embargo, cabe preguntarnos:
¿Qué transformaciones político-económicas, sanitarias e institucionales son necesarias para que sean posibles esos cambios que mejoren la calidad de la atención de los profesionales y de los pacientes?
El conocimiento de la cultura de nuestras instituciones es uno de los puntos de partida desde donde se generen espacios de conocimiento, discusión, reflexión, opinión, comunicación, organización, de los diferentes actores protagonistas del campo de la salud.
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NOTAS
1 Dra. Huelin Martaga, Rosario. La enfermera en el hogar y
2 Lévi-Strauss, Claude. El conocimiento en
3 Davies, H.,
4 Belmartino, S. Nuevas reglas de juego para la atención médica en la Argentina. ¿Quién será el árbitro?. Lugar editorial. Buenos Aires. 1999.
5 De Souza Minayo, M. C. El desafío del conocimiento. Investigación cualitativa en salud. Lugar editorial. Buenos Aires. 1997. P. 12.
6 Belmartino, S., C. Bloch y E. Báscolo. Reforma de la atención médica en escenarios locales. Lugar editorial. Buenos Aires. 2003. P. 162.