El patriarcado suponía que el hombre estaba en el mundo público y la mujer en el privado. Las féminas que lograban cruzar el umbral debían asumir el estigma de la masculinización. Pero eso ya cambió y hoy, incluso, se escucha hablar de la matria en vez de la patria.
El Antiguo Testamento relata la existencia de Deborah, una jueza israelita que todos los días se sentaba bajo una palmera para recibir a las personas que venían tras su consejo. Y la tradición hebrea habla de Bruria, una mujer de gran fuerza interior que cuando todo su pueblo pensaba que sólo los hombres podían estudiar la Torah, ella la enseñaba en su propia escuela y era respetada por todos los sabios.
Como se puede ver, el liderazgo femenino es un fenómeno de antaño, y no de los últimos días. Pero en Chile, el tema está cobrando actualidad y dando lugar a múltiples reflexiones por el próximo estreno de Michelle Bachelet en la Presidencia.
La empresa privada y la política son mundos en los que todavía es difícil que las mujeres destaquen, pese a que ha aumentado su participación en ambos. Los números son elocuentes: pese a que casi la mitad del trabajo en Occidente lo realizan ellas, sólo una mujer por cada 10 hombres pertenece al selecto grupo ejecutivo de las empresas. Y en política la cosa es peor. De los 1.941 gobernantes del siglo XX, sólo 27 fueron mujeres, es decir, un 1,4%.
Por ello, la elección de Michelle Bachelet es un hito muy simbólico.
"Que por estos días las mujeres se pongan la banda presidencial y que se escuchen términos como el enmujeramiento y la matria (en vez de la patria), es casi digno de estudio de la antropología", asegura Mahia Saracostti, académica de la Escuela de Trabajo Social de la UC y doctor de la City University, Nueva York, quien ha investigado sobre liderazgo femenino.
Para la académica el mensaje implícito de la reciente elección es "¡oigan, se puede!", sobre todo al considerar que Bachelet ha tenido una vida compleja y que genera identificación en muchas mujeres del país.
Al rescate de la propia identidad
"En general, las personas se han construido imágenes mentales sobre cómo tiene que ser un líder. Lo asocian con autoridad, seriedad, inteligencia, cumplimiento de objetivos, jerarquía, competitividad y control de las emociones. Todo esto es propio de los hombres", plantea Karina Doña, investigadora del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.
Por lo anterior, tradicionalmente a las mujeres que han alcanzado posiciones de liderazgo se les ha exigido desempeñarse de acuerdo a parámetros masculinos y actuar como hombres para mantener sus posiciones. "Se ha esperado que sean firmes, autoritarias, que se enojen, que se dediquen en exclusivo a su carrera profesional y que extiendan su agenda de actividades en función de los requerimientos de la organización", precisa Karina Doña.
La estadounidense Judy Rosener, académica de la Escuela de Negocios de la Universidad de California, Irvine, fue de las primeras en analizar el tema del liderazgo de la mujer en los "90 y constatar su masculinización.
Un ejemplo emblemático de este patrón es Margaret Thatcher, que se caracterizó por la rigidez de su apariencia y manera de comunicarse. Otro caso de "dama de hierro" es la Presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf, quien asumió esta semana.
En los "80, hasta el atuendo de las mujeres destacadas denotaba masculinización. En general se vestían con colores oscuros, con trajes sastres, blusas bien cerradas y grandes hombreras.
El costo de esta masculinización ha sido altísimo, y ha supuesto soledad en los puestos de poder, tensión entre el trabajo y la familia, crisis en la relación de pareja y sacrificio o postergación de la maternidad.
Pero el mundo está cambiando y hoy las mujeres que asumen liderazgos se están atreviendo a ser femeninas.
"El real liderazgo femenino sucede porque las mujeres se sitúan en el mundo como tales. Ponen en práctica habilidades que incluso se desarrollan en la casa, en el ámbito privado, antes de salir al mundo del trabajo", asegura Mahia Saracostti.
Entre estas cualidades destacan un estilo consultivo y convocante, que escucha y considera la opinión de los otros; la manifestación de las emociones y la empatía. También sobresale la capacidad de integrar a los demás, de humanizar las organizaciones combinando la esfera pública con la privada y de conducir relaciones horizontales.
Las expertas coinciden en que varias de estas habilidades se aprecian en la Presidenta electa de Chile. "Michelle Bachelet ha dicho que consulta, escucha, pero que finalmente ella toma la decisión", plantea Saracostti. Para la académica, la recurrente respuesta "vamos a formar una comisión" para abordar temas complejos, más que una debilidad, debe verse como una fortaleza de Bachelet. "Ser capaz de reconocer que no es experta en todos los temas, es una virtud. En general, a los hombres les cuesta mucho más admitir que no dominan ciertas materias".
Todas estas características que suelen estar más asociadas con las mujeres, no son exclusivas de ellas. De hecho, hay casos de hombres que encarnan liderazgos femeninos, como Nelson Mandela, quien gobernó basado en la conciliación y no en la confrontación. A Joaquín Lavín también se le han atribuidos rasgos femeninos en su liderazgo, como el practicar relaciones horizontales (en su caminata por Chile) y presentar a su propia familia, alejándose de la imagen de padre ausente o autoritario.
Los expertos descartan la existencia de ámbitos que privilegien el surgimiento de liderazgos femeninos. "Una mujer puede destacar en política, economía o en la academia. Se tiende a pensar que el mundo académico favorece los liderazgos femeninos, pero si uno se fija, en Chile hay tan pocas mujeres rectoras de universidades como gerentes generales de empresas", concluye Saracostti.
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MUJERES DE ÉXITO EN AMÉRICA
Una red global de investigadores de escuelas de negocios de siete países -Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Estados Unidos, México y Barbados/Jamaica- investigó las características de las mujeres de éxito en América. El capítulo chileno de esta iniciativa de Successful Women Worldwide (SWW) fue realizado por Comunidad Mujer.
Mahia Saracostti, la investigadora a cargo, explica que se consideró profesionalmente exitosas a aquellas mujeres que cumplían con alguno de los siguientes criterios: en el sector privado, ser ejecutivas del más alto nivel ("gerente de gerentes"); en el académico, ser docentes titulares de jornada completa; y en el sector emprendedor, haber sido dueña de un negocio por al menos dos años. También calificaban ministras de Estado y profesionales destacadas del área del derecho y la medicina. En Chile se encuestaron 84 mujeres y se hicieron 11 entrevistas en profundidad.
A continuación los resultados:
Tipo de empleo y jornada
La mayoría de las mujeres exitosas chilenas tienen empleos de carácter profesional (42,9%). En Estados Unidos, se concentran mayoritariamente en empleos académicos universitarios.
Más de la mitad de las mujeres exitosas chilenas (56%) tienen empleos de tiempo completo. Una situación similar se da en Argentina, Brasil, México, Estados Unidos y Canadá.
Características demográficas
El 58,3% de las chilenas de la muestra estaban casadas al momento de realizar el estudio; y una situación similar se da en los otros países analizados.
La mayoría de las mujeres exitosas chilenas tiene en promedio 3 hijos (32,9%). En el resto de los países, la mayoría tiene 2 hijos en promedio.
El 61,9% de las chilenas encuestadas tiene estudios universitarios de pregrado, situación similar a la que se da en Canadá, México, Jamaica/Barbados y Argentina. En Brasil, la mayoría posee un grado académico de magíster, situación que es aún más pronunciada en EE.UU.
La mayoría de las mujeres exitosas chilenas cuenta con un padre (68,4%) y una madre (50%) con estudios universitarios de pregrado; porcentajes que son los más altos del estudio. En los demás países, el nivel educacional mayoritario de las madres es educación secundaria.
La educación, especialmente en colegios privados y fuera del país, es un factor externo esencial para el éxito.
Mentoring
La mitad de las chilenas participó de algún programa de mentoring (tutoría) formal durante su carrera profesional. México presenta el porcentaje más alto de enrolamiento en estos programas (60,6%), y EE.UU. el menor, con un 35,9%.
El 80,5% de las chilenas tuvo a un hombre como mentor formal. Esta situación se da en todos los otros casos en estudio, excepto en México.
La mayoría de las chilenas nombró a sus padres, esposos, colegas (especialmente varones) como modelos y mentores.
Estilo de administración
Las mujeres exitosas chilenas dicen que su estilo de administración o liderazgo es consultivo, de manera de potenciar al otro, motivar y desarrollar comunicaciones frecuentes. Ellas se definen a sí mismas como "participativas", "colaboradoras", "orientadas al equipo" y "utilizando un liderazgo horizontal".
Nivel de satisfacción personal y profesional
Las chilenas presentan un alto nivel de satisfacción personal y profesional. Alcanzan un puntaje de 6,1 en una escala de 1 a 7.
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LA VOZ DISIDENTE
Un planteamiento que recuerda los polémicos dichos del rector de Harvard, Lawrence Summers, sobre la menor habilidad innata de las mujeres para las ciencias, es el que hace Álvaro Fischer Abeliuk, ingeniero matemático y empresario, sobre el liderazgo femenino. Fischer asegura que para ser líder en el mundo de la empresa se requieren ciertas cualidades que muy pocos hombres y "menos mujeres" tienen: ser muy competitivo, ambicioso y propenso al riesgo.
"Este tipo de disposiciones conductuales se dan con menos frecuencia en las mujeres que en los hombres por razones que no son culturales, sino evolucionarias". Fischer explica que cincuenta mil años atrás, las mujeres tenían que ser muy cuidadosas y no tomar riesgos para lograr que sus hijos llegaran a la edad reproductiva. De alguna manera, esto les quedó capturado en los genes, y está modulado a través del sistema hormonal. "Este planteamiento está abundantemente corroborado en la literatura científica, por ejemplo en "Biology at Work, Rethinking Sexual Equality", de Kingsley Browne.
Por esto, las mujeres en general son menos propensas al riesgo y no tienen las mismas ganas de estar en las posiciones de dominancia.
Los hombres, al contrario, para lograr acceso al sexo y la reproducción, históricamente tuvieron que ser competitivos entre ellos por marcar quién tenía más estatus, más poder.
"Por eso es y va a ser más frecuente ver a hombres que a mujeres en las altas gerencias de las compañías, independientemente de que no haya ninguna discriminación".
El caso de la política es distinto, aclara Fischer, porque se requieren otros atributos clave, como la empatía y la conexión con el público, que no funcionan con la misma lógica. Sin embargo, igualmente se necesita una actitud competitiva y la disposición a asumir riesgos. "Muchas mujeres que ganaron la presidencia en Latinoamérica no contaban con esas cualidades y para alcanzar el cargo se basaron en sus relaciones de parentesco con políticos de importancia. La práctica se encargó de demostrar que su ascensión al poder fue artificial".
Está Mireya Moscoso en Panamá, viuda de Arnulfo Arias, tres veces Presidente; Isabelita Perón en Argentina, viuda de Juan Domingo Perón, y Violeta Barrios de Chamorro en Nicaragua, viuda de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el editor de "La Prensa" asesinado en 1978 cuando lideraba el movimiento opositor.
"Las que, en cambio, han sido exitosas como Primer Ministro -Margaret Thatcher, Golda Meir e Indira Gandhi- lo lograron en regímenes parlamentarios. Previamente fueron elegidas líderes al interior de sus partidos, fundamentalmente por hombres, quienes reconocieron en ellas las cualidades propias del liderazgo.
El planteamiento de Fischer encuentra un fuerte rechazo entre muchas mujeres, que aseguran que no existe ninguna limitante de tipo fisiológico para el liderazgo y que cualquier alusión al respecto "forma parte del mito del sexismo".