LA HABANA (AP) – Alfredo Cangas se está poniendo viejo y se jubiló. Pero sigue trabajando. No por gusto, sino por necesidad.
"Tengo 230 pesos (10,95 dólares de pensión con 42 años de trabajo, no me alcanza. A ningún jubilado le alcanza para vivir la pensión que recibe", afirmó Cangas, de 61 años.
Tan pronto se jubiló como chofer en marzo de 2008, Cangas buscó otro empleo y poco después empezó como custodio en una empresa donde recibe un salario mensual de 260 pesos (12,50 dólares).
"Tengo que seguir luchando y buscar más dinero para mi casa. Mira, estoy aquí ahora hablando y no tengo un centavo en el bolsillo", señaló este padre de tres hijos.
"Todos trabajan", precisó. Su esposa es una educadora jubilada.
La ambición de un gran número de jubilados es cobrar la pensión y seguir trabajando, para combinar dos ingresos. Por eso muchos lamentaron la aprobación en diciembre pasado de una nueva Ley de Seguridad Social que demora otros cinco años el retiro, hasta los 65 para los hombres y hasta los 60 para las mujeres. La ley no estipula una edad obligada para jubilarse y se aplicará progresivamente por siete años.
Según el gobierno, la nueva legislación obedece a la realidad demográfica de la isla, donde en 1970 había 7,1 trabajadores por cada jubilado, mientras que el año pasado la relación se redujo a 3,1. Y se calcula que en el 2025 será de 2,3.
El presidente cubano Raúl Castro explicó que "se impone extender la vida laboral activa de los ciudadanos" en un país que invierte el 13,8% de su presupuesto en gastos de seguridad social. El mandatario agregó en un discurso ante la Asamblea Nacional en diciembre pasado que un reglamento similar se aplica "desde hace años en naciones con similar situación demográfica".
Cuba cuenta unos 11 millones de habitantes de los cuales 2,2 millones reciben una pensión de jubilación. En el 2007 la tasa global de fecundidad (promedio de hijos por mujer) era de 1.43, mientras la esperanza de vida es de 77,3 años de acuerdo con datos de la CIA World Fact Book.
"La pensión de jubilación en Cuba no alcanza. Ahora es más complicado", afirmó Oscar Espinosa Chepe, un economista que trabajó muchos años para el estado y es ahora un crítico del gobierno.
De acuerdo con datos de Carmelo Mesa-Lago, experto de la economía cubana y profesor de la Universidad de Pittsburgh, la edad de jubilación en América Latina es 59 años para las mujeres y de 62 para los hombres.
El 90% por ciento de los cubanos de ambos sexos son empleados estatales y ahora deberán trabajar 30 años para recibir la pensión máxima, no 25 como antes.
"Se necesita hacer mucho más, pero qué cosa se podría hacer", expresó Mesa-Lago.
En 1989 la pensión mínima en la isla equivalía a 92 dólares y en la actualidad equivale a 9,50, en un país donde la salud pública y la educación son totalmente gratis. Los cubanos, por otra parte, adquieren ciertos alimentos básicos a precios subsidiados.
Antonio Valdés, de 63 años, diseñador en una empresa estatal que gana el equivalente de 19,50 dólares, expresó que "la ley me viene bien, voy a seguir trabajando hasta los 65 años para tener una pensión más grande, porque aquí el dinero nunca alcanza".
El gobierno ha dicho que unos tres millones de personas debatieron en los centros de trabajo sobre la ley y el 99,1% la apoyó.
Sin embargo muchos trabajadores cercanos a la edad del retiro se quejaron y no porque aspiraban a descansar sino porque pensaban acogerse al retiro para cobrar la pensión y después trabajar y para tener otro salario.
"No estaba preparada para enfrentar ese reto", afirmó Grace James, una profesora de 52 años, que tiene un salario de 520 pesos (20 dólares)y vive con su hijo de 23 años y su madre de 86.
"No tengo calidad de vida ni fortalecimiento económico. Yo pensaba cobrar la jubilación y como el estado me da la posibilidad de volver a trabajar estando jubilada, pensaba hacerlo y así tenía dos salarios", explicó James.
En Cuba, datos oficiales reportan un 1,6% de desempleados, pero muchos jóvenes consideran los salarios demasiado bajos y como viven en casa de los padres se dedican al mercado negro y no tienen un empleo estatal.
Otros jóvenes no comparten ese modo de vida, como María, enfermera de 34 años que no quiso dar su apellido, y lamentó que "la ley afecta a los que estudiaron y a los que trabajan, o sea los que están integrados a la sociedad".
"Yo me pregunto, ¿porqué no ponen a trabajar a los que no lo hacen, todos esos que veo cuando salgo por la mañana después de hacer guardia y están en las esquinas sin hacer nada?", agregó.
La joven afirmó sentirse "un poco desencantada" y concluyó "lo que hay que hacer es una ley para poner a los desempleados a trabajar".