Maite lleva casi un año en paro y se ha decidido a probar suerte en la selección de personal del lujoso Hotel W de Barcelona, que entrará en funcionamiento el próximo 1 de octubre. “Trabajar en una recepción –este es el puesto al que aspira- no tiene nada que ver con lo que he estudiado, pues soy licenciada en publicidad, pero tal como están las cosas no se puede escoger”, se lamenta. Maite tiene el número 107 y lleva más de tres horas esperando su turno bajo un sol de justicia para entregar su currículum al seleccionador de personal y explicarle cuáles son sus ambiciones profesionales.
El 118 lo ha conseguido Roger, un joven de veinticinco años que busca trabajo como camarero y que asegura que ya ha desempeñado esta misma labor en otros hoteles de lujo de la ciudad como el Ritz o el Juan Carlos I. “Siempre con contratos temporales, pero este año no me han llamado de ningún lado”. Como él hay miles de trabajadores del sector servicios que han perdido su empleo por el freno masivo del turismo a consecuencia de la crisis. Más de 4.000 personas serán entrevistadas hasta finales de este mes de agosto para formar parte del personal de este hotel, perteneciente a la cadena americana Starwood. De entre todos ellos, sólo 400 serán los elegidos.
Por esta entrevista, para la que es obligatorio llevar el currículo en mano y rellenar un formulario en el que se pregunta “qué es lo que puedes aportar al Hotel W y qué puestos quieres ocupar en el organigrama”, ya han pasado más de 2.000 candidatos en seis semanas. “La convocatoria ha sido todo un éxito”, comenta una de las responsables en la selección de personal. “Se ha notado mucho la crisis, no hace ni un año era mucho más complicado conseguir personal que quisiera trabajar en el sector turístico. Hoy tenemos hasta diez candidatos por cada puesto que ofertamos”. Las cosas han cambiado. El creciente paro le ha puesto las cosas más fáciles al popularmente llamado ‘Hotel Vela’ a la hora de encontrar azafatas, camareros, comerciales, o técnicos de mantenimiento para gestionar las 27 plantas con 473 habitaciones.
Sin embargo, este enorme edificio, con forma de vela de 110 metros de altura diseñado por Ricardo Bofill, no está bien visto por todos. Algunos vecinos del barrio de la Barceloneta no ven con buenos ojos que se construya un edificio de esas dimensiones en primera línea de playa y que, además, haya ganado terreno al mar. Una polémica que poco parece importarles a los nuevos inquilinos del hotel, que para el día de su inauguración ya tienen reservadas más del 50% de las habitaciones, a unos precios que oscilan entre los 250 y los 400 euros.
¿Demasiados hoteles de lujo?
Para tratar de enfriar los ánimos de los vecinos, que incluso han iniciado una campaña por Internet pidiendo a ritmo de King Africa “que se ponga una bomba al hotel” (enlace) por no cumplir, supuestamente, con la Ley de Costas, el establecimiento ha decidido que el próximo 13 de agosto el casting esté abierto exclusivamente a gente que resida en la Barceloneta. Según un comunicado emitido por la cadena hotelera se pretende dar una oportunidad “al talento local”.
Con la apertura del Hotel W la cadena norteamericana ha decidido apostar fuerte por la capital catalana, pues Barcelona ha sido la elegida por Starwood para abrir su primer establecimiento en Europa. Una decisión que ha beneficiado a cuatro de las mayores constructoras españolas. Sacyr, OHL, FCC y Comsa han sido las encargadas de levantar este edificio de increíbles dimensiones que ya ha cambiado la fisonomía del skyline barcelonés. Además, ‘W’ –un cinco estrellas gran lujo- se posiciona como la clara competencia de grandes hoteles de lujo de la ciudad como el Hotel Arts o el Hotel Juan Carlos I.
Ante la próxima inauguración del Vela, todo el mundo se pregunta si Barcelona tendrá capacidad suficiente para atraer suficientes turistas de alto nivel adquisitivo para cubrir tantas plazas de hotel. La respuesta parece clara. Barcelona debía inaugurar una decena de hoteles de cinco estrellas entre 2009 y 2010. Sin embargo, la crisis ha paralizado algunos de estos proyectos como el barco-hotel que Joan Gaspart pretendía amarrar en el Port Fórum o el Hotel Marrito que planeaba ubicarse en la conocida plaza Francesc Macià.