Los puestos de dirección siguen en manos predominantemente masculinas ya que las mujeres directivas de empresas privadas y de la administración pública son el 32,7 por ciento frente al 67,3 por ciento de los hombres, y desde hace diez años (1995) no se ha producido mucho cambio.
Estos datos de 2005 del Instituto Nacional de Estadística se recogen en un artículo de la doctora en ciencias de la educación y catedrática de didáctica y organización educativa de la Universidad de Sevilla Araceli Estebaranz publicado en
Según expone la profesora de la Universidad de Sevilla, el 25,3 por ciento de las empresas andaluzas son de mujeres, si bien las creadas y dirigidas por féminas son sobre todo microempresas, trabajo autónomo o pequeñas, y aún así, sólo el once por ciento de los puestos de alta dirección de micro y pequeñas empresas los ocupan mujeres, precisa.
Destaca como dato de interés que en los consejos de administración de las cajas de ahorro de Andalucía sólo hay 21 mujeres (el 17 por ciento) frente a 119 hombres (82 por ciento).
También se hace eco en su artículo de la discriminación salarial, ya que el sueldo medio anual de las mujeres es un 34 por ciento inferior al de los hombres, con datos de 2005, por desempeñar el mismo tipo de trabajo.
Sostiene que la formación es el primer requisito de igualdad, que afecta al acceso al trabajo y a la promoción profesional del colectivo femenino, y señala que lo que ha hecho posible "romper el techo de cristal" ha sido que el 82,5 por ciento de las empresarias y directivas del estudio "Andaluzas abren camino" (de la federación andaluza de mujeres empresarias) tienen estudios universitarios.
Indica que en la empresa privada, sobre todo familiar, hay técnicos y directivos sin titulación, pero las mujeres deben tener más alto nivel de formación, aunque después desempeñen un trabajo de baja categoría profesional.
Por ello, la autora defiende una formación que incida en el tipo de estudios elegidos, de forma que las chicas "elijan en libertad perdiendo el lastre de los estereotipos de género".
También influyen factores como el nivel de aspiraciones, la autoevaluación, la confianza en sí mismas, la capacidad de liderazgo y la conciliación de la vida laboral y familiar y la reducción de jornada, entre otros elementos.
Aboga por la formación de equipos directivos mixtos que aprovechan los recursos personales de ambos sexos y puedan aportar liderazgo acordes con las exigencias del trabajo en la sociedad de la información.
Según los datos aportados por la profesora, el 52,5 por ciento de las mujeres trabajadoras lo hace en la pequeña empresa, que predomina en la economía andaluza y que supone el 58,4 por ciento del empleo (63,7 por ciento masculino y 36,3 por ciento femenino).
Sin embargo, la mediana y gran empresa, aunque sólo supone el uno por ciento de las empresas andaluzas, aporta el 41,5 por ciento del empleo, que se distribuye de forma más equitativa entre hombres (56,1 por ciento) y mujeres (42,9 por ciento).
La autora concluye que el resultado de prácticas históricas de discriminación laboral de las mujeres que se han asentado sobre todo en estructuras institucionales se reproducen en las nuevas empresas, las de tecnologías de la información.
Mujeres directivas son 32,7% frente al 67,3% de hombres
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