PARÍS. El ministro de Trabajo, Xavier Darcos, se ha convertido en la principal víctima de la remodelación “técnica” acordada por el Presidente francés, Nicolás Sarkozy, y su primer ministro, François Fillon, tras la debacle electoral del pasado domingo en las elecciones regionales, según recoge el diario Le Monde.
Darcos era el encargado de llevar hacia adelante la polémica reforma de las pensiones en el segundo semestre del año, una medida que también podría quedar postergada por la derrota electoral, y ha sufrido una amplia y humillante derrota en la región de Aquitania.
Será sustituido por Eric Woerth, actual ministro del Presupuesto, que también se hará con el control de la función pública. A su vez, Woerth será sustituido por François Baroin, un próximo al ex presidente Chirac, en un claro guiño a la derecha tradicional del partido de Sarkozy, la Unión por la Mayoría Presidencial.
Con este movimiento, Sarkozy trata de frenar el descontento en sus propias filas, expresado por el propio líder de los diputados de la UMP, Jean-François Copé, que ha pedido “el fin de la apertura a la izquierda” y que se abandonen proyectos como la tasa sobre el carbono, con los que el presidente quería hacer un guiño a los sectores ecologistas.
En este sentido, el cambio casi cosmético del ejecutivo francés incluye la salida de Martin Hirsch, un alto comisionado que simbolizaba la apertura a la izquierda y que será sustituido por Marc-Philippe Daubresse. La entrada en la Secretaría de Estado de Goerges Tron, próximo al ex primer ministro, Dominique de Villepin, en un “gesto simbólico” que busca desactivar el anuncio de su rival de un nuevo partido político.
El Elíseo ha indicado que Xavier Darcos “será próximamente llamado a otras responsabilidades”, sin precisar cuáles, y ha anunciado que Martin Hirsch pasará a presidir la Agencia del Servicio Cívico.
Con estas entradas y salidas Sarkozy también quiere evitar el cese del ministro de Inmigración e Identidad Nacional, el ex socialista Eric Besson, la ‘cabeza’ que se quería cobrar la derecha tradicional de su partido por resucitar al ultraderechista Frente Nacional con el debate sobre qué es ser francés.
Ralentización de las reformas
Las dudas se mantienen sobre si Sarkozy va a mantener el ritmo de sus reformas, o si algunas de ellas van a ser ralentizadas o, en el caso de las más polémicas como la tasa de carbono -que también ha sido criticada por Copé- (un impuesto que debería gravar las emisiones de CO2), abandonadas.
Fillon ha insistido en que los resultados de los comicios mostraban que los franceses están “inquietos” porque temen que desaparezca su modo de vida, caracterizado por “un alto nivel de desarrollo, pero también de protección social”, lo que no se podrá seguir financiando sin las reformas.
El Partido Socialista (PS), que aliado con los ecologistas y el Frente de Izquierda de los comunistas logró ayer un 54% de los votos en toda Francia, ha pedido a Sarkozy que después de esos resultados Sarkozy tiene que “cambiar profundamente de política”.
La primera secretaria del PS, Martine Aubry, consideró que los electores, además de optar por la izquierda para que gobiernen la inmensa mayoría de las regiones, tanto con su voto como absteniéndose han querido lanzar un mensaje de “rechazo de la política del presidente de la República y de su Gobierno”.