FRÁNCFORT, Alemania. La intriga sobre el futuro de los gigantes automovilísticos se mantiene tras la infructuosa reunión del miércoles en Berlín sobre la venta de Opel, filial europea de General Motors (GM), mientras que Chrysler sigue atascado en los procedimientos jurídicos.
El futuro de Opel, filial del mayor constructor de automóviles estadounidense, no pudo ser aclarado durante la reunión del miércoles en la sede del Gobierno alemán.
Y del otro lado del Atlántico, el destino de Chrysler, el tercer fabricante de Estados Unidos, seguía pendiente del tribunal de quiebras de Nueva York, donde las audiciones de testigos no permitieron aún dictar un veredicto el miércoles por la noche, como se esperaba inicialmente.
En cuanto a GM, su suerte no parece ser más alentadora. Tras el fracaso de las negociaciones sobre la restructuración de su deuda, el grupo avanza un poco más hacia la quiebra.
Después de ocho horas de reunión nocturna sobre las condiciones de venta de Opel, Berlín expresó su "decepción" ante la actitud del Gobierno de Estados Unidos. El ministro de Finanzas alemán, Peer Steinbrück, explicó en la madrugada de este jueves, visiblemente cansado y molesto, que GM reclamó 300 millones de euros suplementarios al Gobierno alemán.
A cuatro meses de las elecciones federales, Berlín busca cualquier solución para protegerse de una quiebra de GM que afectaría a Opel y a las 25.000 personas que emplea en Alemania.
El candidato favorito para la compra de Opel sigue siendo el fabricante de autopartes canadiense Magna, respaldado por el banco semipúblico ruso Sberbank. Los sindicatos de trabajadores, muy potentes en Alemania, prefieren su oferta a la del constructor italiano Fiat.
Fiat está sentado a dos mesas de negociaciones a la vez. Además de la puja por la compra de Opel, el Italiano tiene que lidiar con las dificultades que generan su entrada en el capital del estadounidense Chrysler, del cual adquirió una participación del 20%.
Saliendo de la reunión de Berlín, el director ejecutivo de Fiat, Sergio Marchionne, viajó directamente a Estados Unidos para tratar de agilizar el procedimiento judicial de su toma de participación en Chrysler.
En cuanto a los dos otros candidatos a la compra de Opel, el ‘holding’ RHJ International y el constructor chino Beijing Automotive Industry Holding (BAIC), quedaron fuera de juego.
Para tratar de ganar la puja, Magna y Fiat aseguraron estar dispuestos a ayudar las autoridades alemanas. El canadiense propusó pagar los 300 millones de euros pero con una garantía del Estado federal.
Al final, "los inversores inspiran esperanza y los demás (la parte estadounidense) cólera", declaró Roland Koch, jefe del Gobierno del Estado regional de Hesse (oeste), donde se encuentra la sede de Opel y su principal fábrica.
Antes de anunciar la identidad del postor, Berlín y Washington tienen que llegar a un acuerdo.
Alemania dictó un nuevo plazo hasta el viernes.
La Unión Europea (UE) también quiere entrar en las negociaciones sobre el futuro de Opel. El viernes por la tarde, se organizará una reunión de los ministros de Economía o de Industria de la UE "con los países implicados y quizá con la dirección de General Motors", indicó un diplomático que prefirió mantener el anonimato.
Para Chrysler, el juez del tribunal de quiebras encargado de determinar el procedimiento de la restructuración dicatada por Washington, Arthur Gonzalez, no tomó ninguna decisión el miércoles después de haber escuchado las partes que se estiman perjudicados por ese plan de restructuración. Anunció que los pleitos y las negociaciones se prolongarían hasta el viernes.