PARÍS – Los trabajadores franceses se manifestaban este jueves en todo el país, en la segunda huelga general convocada este año para denunciar las medidas del presidente del país, Nicolas Sarkozy, contra la crisis económica.
"La crisis no es culpa de los trabajadores", se leía en una pancarta de la mayor marcha, en París, donde la policía señaló que 85.000 personas partieron junto a líderes sindicales de la plaza de la República hacia la Bastilla.
Un millón de funcionarios secundaron la huelga, según fuentes oficiales, y un tercio de los profesores de primaria dejaron de trabajar junto al 25% de los empleados de France Telecom y uno de cada cinco trabajadores de Correos.
Los sindicatos y los partidos opositores de la izquierda esperaban la participación de más de un millón de personas en las más de 200 manifestaciones previstas en toda Francia para pedir un aumento de los sueldos y una mayor protección económica.
Las protestas de este jueves ilustran la creciente cólera de los franceses, que ven cómo el país avanza hacia la recesión. El Gobierno prevé una contracción del 1,5% del PIB para 2009 y otros 300.000 desempleados, que se sumarían a los más de dos millones actuales (superior al 7% de la población activa).
En la ciudad norteña de Clairoix, unas 10.000 personas protestaron por el cierre de la planta de la empresa alemana de neumáticos Continental, que supondrá la pérdida de 1.120 empleos, en el último de una larga lista de reveses sociales sufridos en estos últimos meses por los empleados franceses.
Miles de personas protestaron también en el puerto mediterráneo de Marsella y en las ciudades de Lyon y Grenoble (sureste).
Casi el 80% de los franceses estiman que la huelga está justificada, según una encuesta publicada esta semana por el instituto IFOP.
El paro provocó la anulación de uno de cada tres vuelos de partida del segundo aeropuerto de París, Orly, mientras que en el principal, Charles de Gaulle, el 90% de las salidas estaban aseguradas.
Los ferrocarriles estatales SNCF canceló el 40% de sus trenes de alta velocidad y la mitad del resto de sus trayectos regionales.
Los residentes de la zona metropolitana de París no sufrieron como en otras ocasiones los efectos de la huelga debido a una nueva ley que obliga a ofrecer un servicio mínimo de los trenes. El metro y el bus funcionaban prácticamente con normalidad en la capital.
Los sindicatos exigen al presidente Sarkozy que abandone sus planes de suprimir empleos en el sector público, suba los impuestos a las clases altas y aumente el salario mínimo.
"Esto no es sólo un día de protestas", dijo François Chereque, líder del poderoso sindicato CFDT. "Hemos hecho propuestas firmes y el gobierno tiene que darnos respuestas serias", reclamó.
Sarkozy anunció en febrero un paquete social de 2.600 millones de euros, después de la primera huelga general, que echó a las calles a un millón de personas el 29 de enero.
Pero el presidente conservador descarta anunciar nuevos desembolsos contra la crisis así como suspender un impopular recorte de impuestos decidido en 2007, criticado por favorecer a los ricos.
En un intento de atenuar las críticas, el Gobierno pidió a la patronal, la MEDEF, que limite los sueldos de los ejecutivos de las empresas que anuncien despidos. La MEDEF rechazó este jueves la propuesta.
Los sondeos más recientes muestran que la crisis está beneficiando al líder de la extrema izquierda, Olivier Besancenot, cuyo nuevo partido anticapitalista parece haberse convertido a ojos de los franceses en la mejor alternativa al gobierno de Sarkozy.